miércoles, 31 de agosto de 2016

Asi lo veo yo

El shock como herramienta contra los pueblos y la guerra de tres frentes. O, Apología del romance de los tres reinos. 

Por Fex Lòpez Àlvarez


Yo nunca llegue a pensar que se recrearía en nuestro continente, una comedia basada en aquella joya de la vieja literatura China.

Mientras escribo estas líneas salgo del profundo estado de abstracción en el que me ha dejado el golpe de estado parlamentario que se ha dado en Brasil. Me sigue pareciendo increíble lo que ha pasado, muy a pesar de saber de antemano que esto es lo que iba a ocurrir. E eso es lo que realmente me aterra.

En 1930 Hitler –más Joseph Goebbels que Hitler.- fue promotor de la llamada política del Shock, la cual usó magistralmente para hacerse con la chancillería alemana, y que extendió al campo militar con la llamada Guerra Relámpago con la cual se anexó la mitad de Europa. Luego de la guerra, todo grupo político, todo estado, y todo movimiento conspirativo, ha usado esa misma estrategia para garantizar la satisfacción de sus intereses políticos u economicos.

El Shock como arma política se sustenta en alimentar un miedo o generar una matriz informativa en la opinión en las poblaciones, de tal magnitud, que los grupos políticos que la impulsan pueden actuar en absoluta libertad para tomar lo que desean sin las repercusiones propias de la conciencia colectiva.

Para el nacionalsocialismo alemán el shock se sustentó en la traición de las castas políticas en conjura con la etnia judía en pleno. Para el complejo militar-industrial norteamericano, se trataba de la amenaza comunista y el dichoso reloj del día del juicio final. En Venezuela fue la famosa imagen de los “pistoleros de Puente LLaguno” y en Brasil, el escándalo de corrupción más la –odio decir esto- magnifica manera en la cual se trasmitió el golpe de estado por los medios de comunicación dándole un matiz de legalidad y fineza, más grande que el que se dio cuando destituyen al presidente Lugo del Paraguay de la misma manera.

Así asistimos a los modernos golpes de estado, frente a una televisión y en Shock.

Momento… ¿He mencionado a Venezuela?

Mientras veo la embestidura de Michelle Temer, me gustaría recordarle a los lectores de estas líneas a las que recurren asiduamente –grata sorpresa para mi-, que Brasil no es el único estado Latinoamericano que en estos momentos se encuentra bajo un asedio reaccionario utilizando además, el shock como arma fulminante para romper los procesos políticos contrarios a los intereses tradicionales de las burguesías y oligarquías locales.

Brasil, Venezuela, y Bolivia son pues las tres de las batallas que llevan el imperialismo y los intereses reaccionarios sobre el enorme tablero de juegos que es el mundo.

Mañana Jueves, 1er día del mes de septiembre, se espera una marcha que pretende generar conmoción en la vida nacional –similar a lo que ocurrió el 11 de abril de 2002-, y a raíz de la misma, imponer, como en Brasil, un nuevo gobierno de facto sustentado en la política del shock para aplacar la conciencia colectiva a la vez, y a la vez, abrir las puertas para que los extremistas –de derecha- se apropien de lugares importantes para el desenvolvimiento de la vida nacional causando letargo en los mecanismo de respuesta que irremediablemente surgen tras eventos como estos.

El shock como política, es altamente eficiente cuando se posee o el monopolio de las armas, o una buena chequera. En Brasil, las fuerzas reaccionarias cuentan con ambas, en Venezuela, las mismas fuerzas solo cuentan –eso creemos- con la ultima de estas dos. Sin embargo, el tercer frente de esta batalla, el tercer reino si queremos recordar la epopeya de Cao Cao, Bolivia, es una autentica incógnita.

La violencia de las fuerzas reaccionarias en Bolivia en más radical que la semimediatica-semifanatica de los guarimberos venezolanos –de quienes sigo pensando lo que escribimos en el artículo anterior http://www.aporrea.org/oposicion/a233108.html- la toma de las minas, usando a los mismos mineros tal cual Hitler usò a los trabajadores o Franco a los campesinos, es algo que me aterra y hasta cierto punto, me hace comprender un poco más, lo profunda que puede ser la influencia de la doctrina o política del shock dentro de inclusos aquellos a quienes la misma afecta. A su vez, conocemos muy bien que el ejèrcito boliviano sigue sin ser penetrado por la política impulsada por Morales, y que su seno, sigue siendo servil y reaccionario.

Estamos, sin llamar a la conspiranoia o al falso revolucionismo que tanto daño nos hace, frente a la arremetida imperialista más violenta de la historia en contra de nuestro continente, la cual solo se puede comparar, con la reinvasión anglo ibérica tras los procesos emancipadores que se dieron desde las Provincias Unidad del Río de La Plata, hasta los 13 estados de la Unión Continental. 

Tuve la fortuna de ver –siendo apenas un niño de 11 años- como la doctrina del shock era rota por la población que debía en teoría, caer en el letargo aquel 11 de abril. Esos sucesos que marcaron mi vida –estuve en Miraflores 11 y 13 de abril-, vienen a mi con una mezcla de emociones. Si por un lado admiro profundamente lo que pasó aquellos días, también sé que las fuerzas de la reacción, no dejaran cabos sin atar como en aquella ocasión.

Lo peor que podemos hacer en estos momentos es caer en el letargo, en el odioso “Vamos a ver” o en el detestable “Si dios quiere” –El cual siempre reprocharé  por considerarlo blandengue y contrarrevolucionario-. Por el contrario me llena de vigor saber que al fin Maduro –o Padrino o Diosdado- toman cartas en este asunto e intentan romper el shock antes de que este se tienda sobre nosotros.


A la vez, no creamos que esta lucha es solo de Venezuela así como el golpe de estado en Brasil, es solo problema de Brasil, o que lo que ocurre en las minas bolivianas, es problema de la media luna y del resto del alto Perú. Ciertamente Cao Cao no vendrà a invadir nuestras tierras ni definiremos todo en la Batalla de los Acantilados Rojos en alianza con los demás amenazados. Empero, es necesario entender el trasfondo de aquellas terribles declaraciones de John Kerry, “Es momento de limpiar nuestro patio trasero”.            

domingo, 28 de agosto de 2016

Asì lo veo yo.

De marchas, contramarchas, aumentos e inflación descontrolada. O cómo no cayó el estado que debía caer. 

Por Fex López Álvarez (2da Parte) 

De niño solía ser muy curioso. Me gustaba ver el famoso índice Bursátil en RCTV.

 

Me intrigaba saber por qué el petróleo costaba 5 dólares americanos por barril cuando todo se hacía con ese maravilloso y desconocido elemento al que jugaba descubrir en el patio de la casa donde vivía para que mi madre no tuviera que ir a una cola dantesca en el Banco Industrial de Platanal a cobrar, por más de 3 años, 3500 Bs, -los cuales aumentaron a 7500 cuando aparecieron los billetes de dos mil Bs y cinco mil Bs-.

En mi mente aquello no tenía cabida. Este era el país de las maravillas, donde <<Todo el mundo gana con la privatización>>, era el país de la democracia y los bancos quebrados y la miseria y los golpes a los ancianos que exigían una pensión con sabor limosna y los barrancos y la lluvia sobre el perro que compartía los parásitos con los niños que vivíamos hacinados en los cerros de Lidice, de Petare, del 23 de Enero, de Barrio Central; de Venezuela.   

Sin embargo el asunto que más me descuadraba de aquello, es que cada infame economista que se cruzaba por aquel infame canal de TV, señalaba la imposibilidad de aumentar el salario mínimo venezolano para evitar un incremento en los precios de los productos básicos, a la par que remarcaban que la idea de congelar los salarios, era la mejor estrategia para brindar estabilidad a la maltrecha economía venezolana de la cual, hoy no se suele hablar mucho pero en mis recuerdos, era tres veces peor, aunque un poco menos indignante.

El asunto salarial es un tema sumamente sensible. Puedo sentarme frente al papel y escribir 900 páginas sobre el plusvalor solamente tras haber leído el Salario, Precio y Ganancia de los dos barbudos aquellos. Nos podemos poner a discutir sobre la subjetividad del salario y usar a la Cataluña republicana como ejemplo de Utopía. O incluso, podemos decir que el pago por horas es una bendición y que Mc’ Donalds salvó al mundo de los comerciales con aquel payaso alucinógeno y burlón.

Pero en las calles, la realidad es mucho más sensible y el asunto salarial toca las fibras de todos aquellos que hemos sido explotados por el capital privado, por el estadal, por el militarista, y por el más terrible de estos, el “boliburgues”. Aquellos que leen estas líneas –de estar familiarizados con el tema- comprenderán de qué hablo. Esperar el fin de mes o la mitad del mismo, es una situación espeluznante, humillante, y de cierta forma, macabramente esperanzadora.

¿Cuántas veces nos hemos detenido frente a una vidriera o en algún almacenador de alimentos a pensar, “Con el salario del mes próximo”? ¿Cuántos de nosotros nos hemos puesto a sacar cuentas para ajustar lo más que se pueda el delgado estipendio mientras pensamos en cuanto estará ganando el –por lo general mediocre- que se encuentra por sobre nosotros? O como a los marxistas más ilustrativos –gracias a todos los dioses no todos son un grupo de dogmáticos religiosos- les gusta señalar, ¿Cuántas horas de tu vida, que no recuperaras, costó el par de zapatos que en menos de un año solo poseerá el 10% de su valor de cambio?

Desde que la revolución Bolivariana se hizo con el control del estado, el presidente Chávez, quien de cierta forma vivió esa terrible situación, impulsó, una serie de ajustes salariales para todos los trabajadores del país. Y si bien, esto causó ciertos movimientos telúricos en cuanto a la inflación y la devaluación de la moneda –ese maldito papel sin alma como diría Judorosky- se demostró que nos habían mentido toda la vida y que el responsable único y directo de la inflación era el aumento de salarios.

La realidad era más oscura. La economía se maneja bajo hilos densos y titiriteros perversos.

No es necesario hablar de los 19 aumentos salariales combinados entre Chávez y Maduro, así como tampoco es necesario tendernos sobre la mecánica encontrada por la derecha para carterizar precios de forma muy alta y a la par, causar inconvenientes absurdos en la producción y distribución de los productos necesarios para vivir bajos los entandares de la sociedad moderna –en la cual yo quiero vivir-.

Cuando me enteré de un nuevo aumento salaria esgrimido por el presidente Maduro pensé por un momento que se trataba de una bravuconada. Y es que un aumento del 50% sobre todos los salarios de todos los trabajadores del país, no puede hacer  sino ponernos a pensar muy profundamente.

Es claro que el vendedor de perros calientes que trabaja en la esquina, que gana 7mil Bs. semanales trabajando de lunes a sábado de 5 de la tarde a 12 de la noche, merece un aumento, esto a pesar de que en su trabajo no produce nada. Está claro que una enfermera en un hospital, merece más que los 14 bolívares algo en los cuales está el salario mínimo venezolano a la hora de publicación de estas líneas.

Mi problema no es ese, mi problema es que esta medida también aunará a un montón de improductivos, mediocres, burócratas, y lastras para la revolución bolivariana. Por ejemplo, un cargo medio, digamos director general de una alcaldía en un pueblo entre los llanos y la zona industrial. Un sujeto enteramente innecesario, parasitario, charlista y vividor, cobra hoy, 30 mil Bs. quincenal, eso quiere decir, que a partir del jueves, ese sujeto, que debería ser condenado por la revolución, va a cobrar ¿45 mil bs?

Es decir, mientras a algunos, debido a los mecanismos de la guerra económica, este aumento nos va ahogar aun más, los (introduzca nombre aquí) del país van a poder comprar un saco de arroz solo con una quincena.

Dentro de la economía rentista, capitalista, y de derecha, que parecemos incapaces de superar, es de esperar que la carterizacion de los precios de los productos, a partir de la quincena proxima, sea abrumadoramente agobiante, especialmente para desempleados, independientes y tercerizados o  sub contratados.

No me gustaría terminar estas líneas –mucho mas largas de lo que acostumbro- de una forma tan enteramente pesimista. Creo que tras el ajuste de precios visto, esa medida era justa y necesaria. Sin embargo, me uno a las voces de aquellos que exigen una congelación inmediata de precios, a la par que, exijo junto a muchos más, que el incremento en cuestión no sea igualitario para los que se esfuerzan cargando sacos de arroz en un mercado, y los que se sientan con las piernas estiradas en una oficina con aire acondicionado a enviar animaladas en Twitter.     
 



       

    

viernes, 26 de agosto de 2016

Así lo veo yo

De marchas, contramarchas, aumentos e inflación descontrolada. O cómo no cayó el estado que debía caer.


Por Fex López Álvarez


(1era Parte)


No he querido dar centimetraje a los dos grandes acontecimientos que se presentaran la próxima semana porque fundamentalmente no creo que serán tan grandes como aquellos que les esperan con ansias desaforadas, lo estiman.

Ciertamente me refiero a la dichosa marcha del primero de septiembre convocada por la oposición política venezolana y al aumento del 50% sobre los estipendios de todos los trabajadores asalariados de la republica.

Es difícil escribir en torno a dos eventos que no han ocurrido y sobre los cuales se sustentan muchos mitos. Por lo cual, estas letras serán un poco más largas de lo que acostumbro a realizar en estos artículos que ustedes han seguido constantemente.

Iniciaremos con la “Toma de Caracas”, no porque crea que será determinante para lo que pueda pasar en el país en los próximos meses, sino porque a raíz del anuncio de la misma, son muchas las gotas de agua que han llovido sobre los charcos.

Pese a que difiera profundamente de lo que motivó la estrategia de “La Salida”, creo –y creo no ser el único en creerlo- que era mucho mejor estrategia política que ésta especie de pistola de un disparo que con la que los sectores más extremos de la oposición política del país pretenden derrocar el gobierno de Maduro. La guarimba fue probablemente la más brillante metodología de protestas que se ha visto en el país, teniendo en cuenta, que el estado no los reprimió con la misma fuerza con la que se acostumbró a suprimir los minúsculos alzamientos populares durante la 4ta república.

Sin embargo, su abrupto fracaso, más las consecuencias dentro de la clase media –motor de este grupo político- causadas por la “Guerra Económica”, o la comprobada absoluta inutilidad de la victoria electoral del 6-D, no permiten ni de cerca, una nueva alzada como esta. Además es claro que el estado no lo permitirá.

También es claro que esta manifestación convocada por los radicales de esa derecha, ha tenido que ser apoyada por los sectores electoristas de la misma derecha para no quedar rezagados ante sus oponentes, a los cuales, solo los une el enemigo común.

Hay quienes hablan de convocar a un millón de personas y de encabezar una especie de resurrección de los eventos que llevaron a la caída del muro de Berlín o a la caída de 48 horas del último caudillo de la historia venezolana.

La realidad es un poco más cruda. La oposición venezolana no puede convocar a un millón de personas (El chavismo tampoco), y mucho menos tiene la capacidad de con una marcha de un día, derrocar violentamente (como todos los que asistirán a la marcha en cuestión sueñan)  a un gobierno, que haciendo uso descarado de la demagogia populista adeca y del letargo imperialista, se hace cada día más estable.

Si bien, creo que la oposición puede convocar a incluso poco más de cien mil personas a las calles (lo que es admirable), es importante acotar las tres fallas fundamentales que tiene este plan.

Para los que conocemos de béisbol, esta marcha es idéntica a un squid play suicida. Para los que no conocen el argot, se los dibujo: Noveno episodio, dos hombres fuera, uno en tercera, el equipo pierde por una y con dos strikes en la cuenta, el bateador es ordenado a tocar la bola mientras el que está a 90 pasos intenta robar el home. Esto seria en pocas palabras, una medida desesperada y absurda para tratar no de ganar, sino de empatar el juego.

Ese creo yo, es el primer error de esta marcha, arriesgar todo a una sola movida que no saldrá bien a menos que ya se haya negociado con el sector militar. Pero si triunfan, y derrocan a Maduro, ¿como van a sostener a los chapistas y al ejército que esta vez irían mucho más lejos de lo que fueron el 13 de abril? o peor para ellos aun, ¿imaginan la carga de decepción en sus filas si a las 6 de la tarde no ha pasado nada?

Se puede comprender perfectamente el teatro que hay dentro de la política venezolana, pero no anunciar, el final de la marcha en si, es un absurdo de proporciones épicas, que aunque ha causado gran emoción en los incautos o molestos cañoneros quienes creen que tendrán la cabeza –literalmente hablando- de Maduro al final de la jornada, lo único que puede lograr es que la manifestación se de cómo prohibida o que no esté protegida por los cuerpos de seguridad del estado, lo que puede funcionar perfectamente para los intereses de los verdaderos marchantes del día, los radicales.

La última falla que advertí dentro de ésta marcha, es la que creo más importante para desembocar en el enorme fracaso que esta representara; le han dado demasiado tiempo al chavismo para organizarse en torno a esta fecha. Ahora se les viene encima una serie de contramarchas a nivel nacional que sirven para contrarrestar el efecto mediático, comunicación al, y emocional, de su propia marcha.

Si bien para las proporciones de la misma, las conspiraciones intrínsecas en cada movilización de un movimiento subversivo, y la expectativa que se debe crear (cual esperanza religiosa) en los militantes de cada movimiento político, tres semanas de anticipación es una soberana muestra de incapacidad política.

La oposición decidió simplemente renunciar al elemento sorpresa y a cambio, les han prohibido la entrada al municipio libertador, los militares les han dicho que no va a haber cambio de gobierno, y el chavismo (cada vez más fuerte dentro de este periodo de enorme debilidad), también tomará las calles.


Claro, todo esto puede ser solo palabrería de un gordo barbudo de cabello largo, y esta marcha se convertirá en un hito democrático bla bla bla. O puede ser el inicio de una época de resistencia violenta similar a “La Salida” tomando esta vez las instalaciones de la asamblea nacional y otras instituciones del Estado. Sin embargo, si me tocara apostar en esta partida, iría contra la MUD, que a mí entender, intenta morder 10 veces más de lo que puede tragar.     


miércoles, 24 de agosto de 2016

Vocación Servil

Por Fex López Álvarez 

Sobre la espalda de los amerindios pesa una enorme cruz, Maracapana. Aquella jornada que significo nuestro encadenamiento perpetuo se nos presenta en este momento como una sombra terrorífica sobre nuestra historia reciente.


Creo tener moral étnica y académica para escribir las líneas que ud. leerá a continuación. A la vez, quisiera manifestar que en un principio, no creía que la noticia fuera real, sin embargo, cuando lo confirme, la indignación pasó rápidamente a convertirse bochorno en mi rostro, única acción que se me ocurre tras la caricaturesca aventura que una etnia amerindia emprende al marchar a la capital federal de la república para unirse a la jornada convocada por la Mesa de la Unidad Democrática el próximo primero de septiembre.

Como amerindio, quise encontrar una razón antropológica (por muy etnocéntrico que esto suene) en tamaña animalidad. Luego de descartarla por negarme a creer –como lo mantiene mi profesor Mario Sanoja Obediente- que la servidumbre se encuentra en los genes, me incliné por pensar que estos hermanos de la pachamama marchan para unirse a la MUD, bajo un gran engaño, cosa que también tuve que descartar. Quedaba creer que realmente un pueblo amerindio se había levantado contra el estado venezolano –contra el cual deberían permanecer en constante guerra ideológica- debido a que creían en la propuesta de la MUD y la negativa del brazo legal del estado de incorporar a los tres disputados amerindios a la Asamblea Nacional; pero pronto me percate con gran lamento, que el motivo de la marcha para llegar a la marcha, tampoco era este.

A los historiadores blancos y conservadores les gusta señalar como las fuerzas indianas siempre han estado del lado contrario a la república, cosa especialmente manifestada con la unión a Boves  y a Maisanta. Pero pregunto yo, ¿Esas no eran las facciones autenticas que podían seguir los pueblos amerindios? 

Un amerindio es primero Pemon, o Wayuu o Somari y luego por cuestiones legales es venezolano. Si alguien supo entender eso, fue Hugo Chávez. No me quiero aquí referir a la recepción de las cuatro plumas rojas o de la corona de plumas negras que en la mente de un amerindio evocan a Wuaik a Puru o a Mar’a, otorgadas ambas por consejos pinches a Hugo Chávez. Me refiero más bien al reconocimiento que le brindó el estado chavista a los pueblos indígenas sin involucrarlos en el estado como todo hombre blanco considera debe hacerse para salvarlos de los fantasmas que solo habitan en su cabeza.

Que hoy, un grupo de –insisto- hermanos amerindios marchen contra el estado que les permite el desarrollo de religión, idioma y arte, es decir el desarrollo cultural para poseer una nación, es algo que perturba cada fibra de pensamiento lógico que recorre por mi cuerpo.

Que más de 100  -vuelvo- hermanos amerindios marchen descalzos, en wuayucos, conpenachos, pinturas rituales, y con los arcos y lanzas en la espalda, más preparados para cualquier show de Natgeo que para afrontar tamaña movilización solo puede delatar lo fingido de este acto.

Es una práctica conocida la manipulación de los pueblos aborígenes de toda la América a través del licor regalado. Quizá Finol sea quien mejor explique esta tortuosa relación entre grupos humanos, en la cual –por referirme a su trabajo y por lo superficial del que presento- no es necesario profundizar. La ley de botella.

Palabras más palabras menos, los pueblos amerindios en su mayoría son idénticos a la mayoría de las barras bravas del fútbol argentino o brasilero, si un caudillo –blanco- les otorga licor y dinero, estos grupos quedan en deuda moral con el caudillo y para pagarle, realizan bochornosas actividades como la golpiza de los fanáticos del Flamengo FC al brillante jugador de fútbol, autor Marxista y doctor, Sócrates en los años 70’s o la avanzada de estos pueblos a la concentración de un sector que históricamente los ha despreciado, usado como peones de un juego macabro y peor aun, burlarse de ellos.       

Es como si en lugar de levantarnos como amerindios, nos hubiéramos hundido mas. Parece que cambiamos el  ana kariña rote aunicon paparoto ioto manto por el ordene buen amo.





martes, 23 de agosto de 2016

Triple Play

Triple Play 001 

Por Fex López Álvarez



De cómo el pequeño mago rompió la magia de un dominicano.


Tarde de mascotas en el PNC Parck de la ciudad de Pittsburg en la costa oeste de Los estados Unidos del Norte Americano. Tarde soleada, hermosa para el béisbol de grandes ligas que vería además la soberbia actuación del serpentinero dominicano Iván Noa.

Si bien en el papel la cosa no pintaba bien para el lanzador de los Piratas de Pittsburg – un hombre recién cambiado y con una carrera plagada de inconsistencias frente a uno de los mejores equipos de la liga nacional encabezados por un bateador con 413 de average como visitante no es justamente un candidato para una apuesta –, desde el inicio la sinker de Noa se impuso en el juego bailando densamente por la zona media del plato.

A su vez, y casi por azar, Noa contó con la inesperada ayuda de su equipo que en el mismo primer ining Y tras apenas 10 envíos ya le respaldaban con 4 carreras producto de la absoluta desconexión del joven lanzador derecho Joe Musgrod para con el juego.

Noa siguió imponiéndose sobre los bateadores de los siderales a la par que recibió otra manito por parte del equipo para el que juega, esta vez con un soberbio bambinazo por la izquierda del también dominicano Gregory Polanco.

Los bates de Houston permanecieron silenciados, incluso el del futuro campeón bate y jugador más valioso, José Altube, quien inició el juego con un abrumador 390 de average general.

En el 5to episodio, el conjunto del oeste colocó al relevista zurdo Toni Sipp en la lomita, quien tras dos guillotinazos, sufriò la muestra máxima de poder – nuevamente – del 4to bate de los bucaneros del Potomac, Gregory Polanco. 

La ventaja de los piratas se amplio un poco más (7-0) a la par que la magia de Noa se hacia más omnipresente, lo que corroboró además con un poco de ayuda de la defensiva de sus compañeros en los jardines; por lo cual, con menos de 80 lanzamientos, con el letargo típico de un partido tan abierto, era apenas natural que Noa saliera a lanzar el noveno episodio del taimado partido de pelota.

Bergman abre con doble. Doble de Altube, adiós blanqueada. Aunque esa será siempre la horrenda forma en la que se anotará el resultado del encuentro, la verdad es que el ining fue por demás entretenido y emocionante. Noa solamente no pudo dominar a los que a fuerza de dobles rompieron su encanto. Sin embargo, a modo de justicia poética, pudo guillotinar  para el último out del encuentro, al único enemigo real que había tenido en aquel feudo, Marwin González.    

Contra las cuerdas 0001

¡Y arrancamos! 

Pedazo de tarima nos regalò esta semana la hija del mecenas de la Lucha Libre, Vince Mcmahom, Stephany Mcamahom y el barbuchas Mick Foiley a quien le queda menos tiempo de gerente general de la marca roja de la WWE que el que perdura un pote de pintura blanca en el Taj Majal.

Sin embargo, mientras mi éxtasis me auguraba una buena noche, abren el programa señalando que el recién ascendido y recién coronado Finn Balor se dislocó el hombro en su luchaza contra “El Arquitecto” Seth Rollins. Fue muy triste ver al no tan joven ex campeon de NXT entregarle el –horrendo- Campeonato Universal de la “vedoble vedlobe E” al “icono de lo extremo” para que luego este decretara una serie de luchas que la semana próxima tras un fatal 4 ways innecesario en el que se coronará a el ex campeón Rollings hasta Westerlmania donde perderá el titulo contra “El rey demonio –enfermito-”.

Todo RAW giró en torno a este improvisado torneo, por lo cual, el relleno al mismo fue terriblemente pésimo. Más de 5 segmentos de micrófono –muy malos por cierto- aunada a lucha de Braun Strowman en la cual dejó lucir su muy agradable barba y sexy peinado –imaginen lo aburrido de la lucha-, y un final odioso, hicieron de este, un deprimente RAW.

Seth Rollings fue emparejado en el torneo que ganará contra Sami Zayns a quien venció en un dos por tres –lo cual me parece injusto con el gran Sami a quien le vendría muy bien un feudo con el 2 veces campeón mundial de la WWE.

Sin mucho reparo, Kevin –come Kevin come- Owens, más lento de lo aconstumbrado, se enfrento en un tedioso combate al Hombre olvidado por el carisma !Neville! Es impresionante que un luchador tan hábil como el inglés, capaz de hacer un salto de 350 grados o un doble tirabuzón sobre nuestro osito cariñosito, no sea capaz de levantar la más mínima gama de aplausos por parte del público general.

Como siempre, WWE ensució la victoria del canadiense con la intervención de Jericho para aupar a su compañero de equipo a quien luego le tocó perder descaradamente frente al súper abucheado Roman Reings en un evento principal tan decepcionante y aborrecible que escribir sobre él, me da nauseas.

En el medio de aquello, Big E regresó a formar parte del Nuevo Día venciendo absurdamente fácil a su enemigo de Feudo, Chris Andersen. Big Cass derrotò por conteo a Rusev a quien –ojala no sea más que parte de la histrionidad- le  aqueja una lesión en el abdomen tras una “portentosa” lanza del nefasto samoano que le robò la lucha de la noche a Jericho.

Dos eventos salvaron la noche –a medias- el debut de la abrazadora  Bailey –quien debía ser la mujer fuerte en la marca azul, antes dek regreso de Nikki Bella- y la despedida de WWE de los 10 veces campeones en pareja The Dudley Boys.

Me detengo aquí a señalar lo pésimo que fue este retorno para los hermanos de Spike Dudley. Los creativos no supieron que hacer con ellos, lo pasaron de Faces a hell a face a hell para perder cada feudo en el que participaron; incluyendo esa hermosa rivalidad contra la extinta familia Wyatt –Por favor reúnanlos algún día-. No sé para qué demonios los creativos de WWE arruinaron la despedida de los multicampeones haciendo joberar a The Shinig Star of the Caribean – ¡ay bendito! – para que luego Gallows y Andersen atacaran al glorioso equipo que nos regaló el “We Want Tables”.    


martes, 29 de marzo de 2016

Unidad de Ambiente Municipal y Grupo Megaterios se despliega en unidades educativas de Tinaquillo

Tinaquillo, 29 de Marzo.- En cumplimiento con el 5to punto del plan de la patria, y tras los acuerdos alcanzados entre comunidad y estado en las actividades correspondientes al gobierno de calle, la unidad ambiental de la Alcaldía Bolivariana de Tinaquillo, en conjunto con el grupo ecologista Megaterios, desarrolló jornadas formativas relacionadas al aspecto ecológico en varios centros educativos de la entidad cojedeña.

La escuela Básica Rural Pegones, y el Liceo Bolivariano Batalla de Taguanes en San Isidro, fueron las unidades educativas directamente involucradas en estas actividades.  Las mismas estuvieron orientadas hacia la conservación del ambiente, la preservación de la diversidad biológica y el desarrollo sustentable de productos agrícolas a través de huertos escolares y municipales.

Estudiantes de distintos ciclos educativos fueron participes de estos eventos formativos. De esa forma, pequeños niños preescolares o pertenecientes a la primera etapa formativa, el periodo de mayor aprendizaje humano, conocen ya, la importancia de la preservación del medio ambiente y la necesidad del desarrollo autosustentable en lo referente a producción agrícola a pequeña escala. También los jóvenes en los últimos ciclos formativos asistieron a estas actividades, convirtiéndose a la vez en repetidores de la información brindada y en activistas ecológicos de sus comunidades.

Cambiar el sistema, no el clima
Es importarte recalcar que la revolución Bolivariana está comprometida con el desarrollo del Ecosocialismo. No es un punto neutro el 5t0 paso del plan de de la patria, se trata de preservar la vida humana y a la vez, el planeta tierra que tanto ha sufrido a causa del hombre. Todos los ciudadanos debemos, sin distinción alguna, colaborar al reciclaje, fomentar los huertos escolares y urbanos, ahorrar energía eléctrica, no desperdiciar el agua, colaborar a la prevención de la fauna, de la flora y de las distintas bendiciones naturales de este pequeño planeta. 14 mil millones de años le ha costado a la tierra regalarnos un ambiente sano, nosotros en apenas 12 mil años de existencia, no podemos ser los causantes de nuestra propia extinción y la de las demás especies.

Fex Lopez Alvarez 

Más de 9mil temporaditas se movilizaron en Tinaquillo durante Semana Santa

Tinaquillo, 28 de Marzo.- La Semana Mayor siempre es sinónimo de grandes movilizaciones turísticas, de momentos de esparcimiento, y de la realización de actividades culturales fundamentadas en la vida eclesiástica de la nación. Este año, Tinaquillo, el destino turístico favorito de los cojedeños, vio la mayor cantidad de visitantes de la historia propia, cuando 9321 ciudadanos se desplazaron a lo largo y ancho del municipio.

Los parques ecológicos Los Manantiales y Los Angelitos, vieron el mayor tráfico de temporadistas en el asueto. Cojedeños, carabobeños, aragüeños y zulianos, organizaron viajes a ambos centros de recreación turística durante la Semana Mayor. Los Tinaquilleros en cambio, se movilizados a través del servicio gratuito de trasporte BusTaguanes (esto organizado por la Alcaldía Bolivariana del Municipio), y por medios de trasporte propio.

Durante el receso por las fiestas religiosas, también se realizaron otras actividades relacionadas al vivir cultural del venezolano. La feria del Chiguire se mantuvo toda la semana, se celebró la feria del Artesano, la Feria del Pescado,  y además  4mil palmas fueron bendecidas en la Iglesia Nuestra Señora del Socorro recordando la entrada de Jesús como líder político-social a la Jerusalén títere del Imperio Romano.


Cabe destacar que durante todo el asueto, las Oficina Nacional Antidrogas (ONA) y la Milicia Nacional Bolivarina (MNB), en conjunto con las policías estadales y municipales en la entidad, prestaron servicio no solo de protección sino también en apoyo organizativo en las actividades, acumulando así, mayor experiencia para próximos eventos similares. 

Expo-Feria Gastronómica-Artesanal da inicio a las actividades culturales de la Semana Mayor

Tinaquillo, marzo 19.- Con motivo del asueto de Semana Santa, la Alcaldía Bolivariana de Tinaquillo, en conjunto con el Ministerio para el Poder Popular del Turismo (Mintur), y con motivo de la celebración del día del artesano, se organizó  una Expo-Feria en el parque ecológico Los Manantiales, la cual contó con la participación de 12 expositores de todo el estado.

Esta es una actividad que se realiza año tras año donde los artesanos del estado, se reúnen para no solo exponer sus creaciones artísticas sino también, para dar testimonio vivo de la cultura cojedeña, pues como señaló María Natera, una de la expositores, “el artesano es la memoria histórica de un municipio”.

El evento fue una autentica gala de creatividad, donde se demostraron los distintos materiales que se pueden trabajar para crear arte. Desde materiales reciclables como periódico o telas, hasta los más nobles  como el pino blanco o el acero. De esa forma, juguetes de madera, muñecas de trapo, pulseras y collares de cuero y metal, se le presentaron a la población tinaquillera junto con los dulces típicos de la región.

Se espera además, que 6 mil visitantes, entre nativos y foráneos, visiten en esta Semana Mayor, el parque ecológico Los Manantiales, donde diversas actividades culturales y recreativas, se estarán llevando a cabo durante todo el asueto. 


sábado, 5 de marzo de 2016

Funeral rojo

Sobre lágrimas y rosas 


NADIE VESTÍA DE NEGRO, nadie estaba allí por mero compromiso, nadie permanecía en silencio, y sin embargo, aquello era un cortejo fúnebre. El más grande que nuestro continente hubo visto, el más largo, el más comprometido, y el más doloroso de todos. Por allí caminamos todos, siguiendo el lento automóvil sobre el que viajaban los restos del ahora eterno. Todos detrás de él, mestizos, zambos, indios, negros, pardos y hasta algunos blancos. Venezolanos en su mayoría, pero también había chilenos de trenzas en el cabello y rápidas palabras dolorosas, esos hijos de Allende que siguen buscando las grandes alamedas. Colombianos desplazados lo seguían, de esos que fueron acogidos como el hermano que nunca debió marchar de casa, con abrazos, con besos y cerveza, con ron y tabaco, con la esperanza de algún día volver a ser además de una sola familia, una única gran casa. Brasileños lo seguían, y detrás del rastro de vida que dejaba aquel vehículo, dejaban tiradas en el suelo las lágrimas que suplantaron sus hermosas sonrisas. Con los pies descalzos y sin más tierra que la que estaba debajo de sus uñas, siguieron al cortejo, como los cubanos de hermosos ojos que nos prestaron para demostrarnos que los revolucionarios no tienen nacionalidad, para demostrarnos que nuestro hogar es aquel donde la revolución nos necesita, y que no importa en qué rincón del mundo dejemos olvidados los huesos, siempre y cuando seamos leales a lo que creemos. Como leales eran los 125 uruguayos que caminaba tras aquel vehículo sobre el que reposaba todo el dolor de la misma historia. Allí iban, tomados de la mano con sus amantes de este lado del Orinoco, gritando poemas tupamaros demostrando ser la clase media y el grupo intelectual más importante de Latinoamérica. Poemas a los que les respondían los peruanos, que acostumbrados a llorar, se estremecían al recordar que de su tierra, la más rica del continente nuevo, se alzaban en vuelo, cual cóndores blancos, Túpac Amaru con su indiada rebelde, Túpac Catarí con su indiada orgullosa, como los orgullosos kariñas en el norte del Orinoco o como el grandioso Pachacútec Yupanqui, constructor tan enorme como el cóndor al que seguían con pasos lentos y tristes, como parte del cortejo funerario. Los mismos pasos que daban los hijos de Sucre, con sus bellos ojos rasgados y sus pieles hechas de maíz, ciudadanos ecuatorianos que sabían tener al verdadero heredero del ahora inmortal comandante. Y si algún pueblo ese día, sabía de hombres eternos, esos eran los argentinos que arañaba lágrimas a la urna en el techo del automóvil, ellos que nos entregaron a Ernesto y a Eva y a Diego y Jorge y Horacio y a Julio y Mafalda, ellos a los que todos les debemos tanto, veían partir al hombre que nos recordó que somos hermanos, como lo fue él de su líder amado, a quien años atrás nos tocó despedir de formas parecidas. Y de aquella idea de hermandad, se hacían un escudo timorato los guyaneses del esequivo, con quienes los grandes imperios han estado empeñados en enemistarnos, con la esperanza poco discreta de que nos destruyamos mutuamente, pero que cuando el que se hizo inmortal nos recordó, que ellos eran tan víctimas de la historia, como nosotros mismo, le hicimos un ladito a nuestro costado, a pesar de ese idioma horrible que les obligaron a hablar, como 1el horrible idioma que a nosotros nos obligaron a hablar. Pues en América no quedaron lenguas propias, se mojó el araucano y el quechua, y en algún lugar se extraviaron el onoto y pemón, ¿A dónde fue a parar el wayú? Donde el tupi o el somari o el caribe, perdidos junto al aimara, porque esas son lenguas de salvajes que para decir ternura dicen madre. Quizá por eso, en aquel día tan triste, donde ni el cielo se movía, todos miraban con respeto a los defensores del Gran Chaco, a los paraguayos que en guaraní, decían hasta pronto al ahora eterno, como antes tuvieron que cantarle a Solano López y al sitió que la historia les tenía reservado. Y junto a ellos, y junto a todos nosotros, caminaban los hermanos menores de todos, los nobles bolivianos con su noble hoja de coca, tan noble como la del mezcal, como la de la mariguana, como la del mate o como la del café. Hojas que nadie allí necesitaba porque por primera vez en mucho tiempo, las conciencias no necesitaban ser ampliadas, pues tan grande fue el golpe de seguir el cortejo fúnebre del que siempre debe ser nombrado, que como si estuviéramos hechizados, los dolientes caminábamos, los dolientes pensábamos, los dolientes sentíamos, los dolientes llorábamos, y los dolientes nos dolía, pero ninguno de los estábamos allí, entendíamos realmente lo que estaba pasando. 

Era el funeral más anticipado de todos, pues todos sabíamos que él iba a morir pronto, y aunque nos negábamos a aceptarlo, a pensarlo siquiera, y a aunque bromeábamos sobre el tema y asegurábamos la fortaleza más digna posible, a todos nos sorprendió aquella tarde húmeda y silenciosa, aquella tarde odiosa que nos dejó en silencio absoluto. La tarde que no hizo falta lluvia para mojar el suelo, la tarde en que nuestros ojos se dibujaron de rojo y en los que balbuceábamos palabras con poco sentido. La misma tarde en que nuestras sonrisas se fueron a descansar en algún lugar y en donde el deseo de venganza se adueñó de nuestros corazones. Sabíamos que los enemigos de la historia, los hijos de la infamia, celebraban aquella noticia tan abrazadoramente triste. Desde nuestros refugios, con quebradas embauladas, con árboles de plátano y murales con el rostro del hombre eterno, escuchábamos sus risas en sus urbanizaciones de árboles foráneos, de esos que no dan frutos, ni sombra, ni aire, pero si un gran prestigio. Encendían la música más dicharachera posible, la que huele a gusanos y a pantanos floridos. Dispusieron de caravanas y mandaban cohetes de mil colores a estallar en el cielo. 

Todo el amor que él nos había enseñado, por el que él había predicado, se nos extravió por un segundo. Dejamos a un lado el escudo de Bolívar y tomamos entre nuestros dedos el azote de Boves, el olor de sus sangres azules nos impregnó el corazón, no permitiríamos que se burlaran de nuestro dolor, que celebraran la muerte del único ser que les había garantizado sus vidas de publicidad. Nos habían arrebatado a un padre, al padre más amoroso, más humano y más dedicado posible, y ellos, los hijos de la infamia lo celebraban, no podíamos permanecer tranquilos ante eso. Y cuando estábamos sobre nuestros corceles de acero, con las armas nada nobles dispuestas, cuando nos decidimos a saquear las posesiones que a fuerza del trabajo ajeno ellos han conseguido, el hermano mayor nos llamó a reflexionar. Nos llamó a la calma, a soportar con estoicidad ese momento, recordó las palabras rojinegras sobre nuestra otra venganza. Que sus hijos y los nuestros jueguen juntos y que el país en el que vivan, sea el país de los obreros, de las viviendas  otorgadas por el estado, de las computadoras en las escuelas de pobres, el país de la salud gratuita, de los viejos con pensiones y de la equidad entre géneros y etnias, en fin, un país de milagros, 

¿Qué mejor venganza contra sus burlas que esa? ¿Qué castigo más grande que saber que ahora él, nuestro padre, marcharía al pasillo de los inmortales mientras que ellos permanecerían en la nada, en la infamia y en el olvido? Por eso desensillamos los corceles y envainamos las espadas, y aunque siempre las mantuvimos cerca, alertas a cualquier póstula de ataque, caminamos todos juntos al funeral del que siempre debe ser nombrado. 

El negro era un color prohibido, nuestras franelas no podían tener ese símbolo de luto. Nuestro color era el rojo, como roja nuestra sangre, como rojo nuestros corazones, y como rojas las flores que empezaron a llover sobre la urna. Eran tantas y tantas de ellas, cada una delicada, con sus pétalos fracturados y con sus tallos repletos de espinas mínimas, que el vehículo se empezó a mover con más lentitud de lo que ya lo hacía. El peso de la urna sobre este, era el peso de quinientos años de lucha, de quinientos años de traiciones, de quinientos años de vejación, de burlas, de batallas ganadas y de guerras perdidas. Y por cada uno de esos quinientos años, por cada una de las lágrimas que borraron sonrisas y esperanzas, por cada uno de los momentos que no podían ser, llovieron mil flores. Pobre del automóvil que llevó aquel peso, pobre del hombre que conducía por las amplias calles frente a los barrios caraqueños. Pobre de ese hombre que no solo no podía llorar en aquel momento, sino que por herencia, le habían encajado sobre los hombros todo aquel peso. 

Pero aun así, seguíamos caminando, viendo en cada ventana y en cada balcón, una bandera roja y una fotografía del que siempre debe ser nombrado. Todos arrojando flores, papeles, peluches o franelas, todos queriendo ser parte más que del cortejo, de la historia, pues eso era lo que él nos había enseñado, que somos la parte más importante de la historia. Gracias a él aprendimos que nosotros el pueblo, no podemos ser víctimas del poder, pues éste reside en nosotros, pero que si somos una nación controlada por la paranoia, por los medios y la publicidad, no tenemos el derecho a llamarnos pueblo. Más que eso, él, que se hizo millones, que se hizo uno en todos nosotros, nos recordó el sagrado derecho a rebelarnos, por eso mientras caminábamos, por eso mientras los seguíamos hasta la montaña donde se elevaría como un cóndor, como un águila, como un colibrí, como una mariposa, como una polilla, en nuestros brazos brillaba el brazalete de tres colores que él mismo usó algún tiempo atrás. 

Que incomodos han sido siempre esos tres colores para los poderosos. Como odiaron los españoles al hombre que los trajo desde su mismo continente y al barco donde los hondeó. Cuánto daño le hizo al realismo el amarillo, el azul y rojo de Catalina. De esa bandera de tres colores, se desprendieron las demás banderas de este bravío mundo nuevo. Y aunque siempre se trató de eclipsarla de menospreciarla y hasta banalizarla, la verdad es que esa bandera de tres colores siempre representó rebeldía. Por eso era tan gracioso verla detrás de los dignos dignatarios de una lejana república a la que no volveremos, serviles y clientelares, esclavos de burgueses y esclavos de imperios norteños y atlánticos. Por eso es natural que los hijos de la infamia prefieran las barras y las estrellas o la cruz roja sobre el campo azur a esos tres poderosos colores. Por eso la llevamos en los brazos ese día pesado y triste, donde manchábamos cada pared con una frase que nos tocó entender de la peor manera posible. Patria Socialista o Muerte. 

Y así como nos acompañaban nuestros hermanos de la patria grande, a sabiendas de que solos no podíamos soportar el peso de aquello, la misma pachamama se compadeció de nuestras lágrimas, de nuestro dolor y de nuestros gritos, y nos prestó a varios de los suyos, para que supiéramos que ella, la primera protectora, nos cuidaba y nos acompañaba. Así, sobre las flores, sobre el ataúd sobre el automóvil, sobre el suelo, mariposas de mil colores empezaron a revolotear una al lado de la otra. Como si estuvieran bailando tango, una heliconia azul se movía en concordancia con una enorme y hermosa monarca. La larga argema resaltaba con su amarillo del sol sobre todas las flores y tallos verdes, sobre los cuales, cientos y cientos de nessaeas de ese mismo color, daban a parar luego de un corto sobrevuelo sobre las flores, sobre la urna sobre el automóvil sobre el suelo. Sobre las mismas flores que las perezosas y diminutas mesomenias besaban con sus largas lenguas y sus cuerpecitos de algodón. Los loros amazónicos en cada balcón y de cada ventana, encerrados en esas terribles cárceles en las que les hemos obligado a subsistir, repetían las mismas frases, que las guacamayas en bandada, con la energía de un huracán gritaban desde el enorme cielo, las misma frases que recogían del clamor de los que hacíamos parte del cortejo. Y en ese momento, un solo grito se escuchaba con solo juramento, con nuestras voces agotadas y con las bellas imitaciones de los loros verdes y rojos y de las guacamayas de largas colas y largas alas.

Comandante te lo juro, mi voto es para tu hijo. Comandante te lo juro, mi voto es para tu hijo. Comandante te lo juro, mi voto es para tu hijo. Comandante te lo juro, mi voto es para tu hijo. Comandante te lo juro, mi voto es para tu hijo. Comandante te lo juro, mi voto es para tu hijo. 

Ese fue el acuerdo al que todos llegamos, la única canción que ese momento podíamos cantar, y el sonido que las aves repetían. Era más que un mantra, un juramento con el que todos nos comprometíamos. Habíamos perdido al guía, pero éste, en su enorme sabiduría, había seleccionado a su sucesor antes de partir al largo viaje que lo llevaría al pasillo donde los grandes nombres de la historia lo esperaban con los brazos abiertos. Y aunque había otros gritos, otras consignas, ese fue el sonido que se levantó del inexistente silencio y el que nos guío desde el principio hasta el final del camino. Y para que no cupiera duda de que la Pachamama nos protegía, envió al compañero más fiel que conoce la humanidad, y de repente frente a nosotros, un pequeño perro de varios colores, corría apresuradamente, ladrando al frente, con más fuerza que todos nosotros, con la dosis de energía que necesitábamos para cantar. 

Vean al perro marcar, el camino a seguir, vean su fuerza y valor, aprendamos de él. No podemos desfallecer, necesitamos seguir, ir adelante es, por lo que hemos venido aquí. 
Prometemos no desfallecer, prometemos continuar, prometemos tu legado, oh comandante continuar. 
Vean al perro marcar, el camino a seguir, vean su fuerza y valor, aprendamos de él. Si un hermano cae agotado ayúdale a levantar, recuérdale cual es legado que debemos todos continuar, que si uno solo se rinde, varios más lo harán.  Recuérdale cuál es su responsabilidad. Oh hermano debes continuar, la revolución nos ha enseñado a caminar. 
Vean al perro marcar, el camino a seguir, vean su fuerza y valor, aprendamos de él. Oh hermano debes continuar, la revolución nos ha enseñado a caminar. 

Y aunque no parábamos de llorar, y aunque en nuestras gargantas, el sabor amargo se acumulaba, no parábamos de caminar. Éramos millones, sí, pero éramos solo uno. No había Valentinas, ni Ernestos, ni Josés ni Marías, todos teníamos el mismo nombre y dolor era nuestro apellido. Pero con la fuerza que él dejó en nosotros, con el canto, y con el perro altivo reclamándonos en cuanto nos deteníamos, proseguimos nuestra larga marcha. Ya no veríamos más su cálida sonrisa, no mandaríamos más al carajo los ridículos prejuicios machistas, cuando viéramos a hombres gritarle que lo amaban, ni reiríamos de forma cómplice cuando una hermosa mujer le dijera eso mismo. Y recordamos su voz, la voz más reconocible de la historia de este país, la única voz que todos habíamos escuchado la amaramos u odiáramos, la voz de cantos desafinados, ¡Dioses como nos haría falta aquello!, pensamos. Y como el pensamiento de todos era uno en ese momento, una nueva canción se levantó por sobre nosotros, para acompañarnos en ese trayecto cada vez más largo pero cada vez más nuestro. 

Adiós comandante querido, hemos venido a tu entierro, solo que no serás enterrado, porque ese es el destino de los que no serán eternos. 
Tu iras cantando de aquí para allá, desde Amacuro hasta Cabimas, desde Caracas hasta Santa Elena. Tu voz se hará una con las voces de los copleros y con los violines de los niños en los cerros. 
Adiós comandante querido, algún día algunos de nosotros te seguiremos. 
Solo te pedimos que no dejes de vernos, pues todos juntos cumpliremos tu sueño. Sueño que tomamos como nuestro, pues tú lo tomaste de nosotros.
Serás huracán llano adentro y crecida de río en la selva, serás llovizna fresca, Oh comandante serás eterno. 
Serás huracán llano adentro y crecida de río en la selva, serás llovizna fresca, Oh comandante serás eterno. 

Cuán duro era pensar en ese momento, cuán duro aceptar lo que estaba pasando, cuán difícil era ver a nuestros hermanos con las misma lagrimas que inundaban nuestros rostros. Y sin embargo, allí estábamos, con los corazones apretados con tanta fuerza como con la que apretábamos las manos de los que nos acompañaban. No éramos parte de un muro y la hipocresía estaba en un lugar totalmente distinto. Realmente sentíamos que sobre nuestras cabezas, un manto enorme caía, volveríamos a reír, volveríamos a cantar y volveríamos a soñar, nuestras vidas continuarían, eso era imposible negarlo, y era absurdo fingir una muerte espiritual. Debíamos hacer exactamente lo contrario, ahora nos tocaba luchar un poco más que en los días en los que él nos acompañaba. Bajo las piernas de muchos de nosotros se sentiría el costillar de Rocinante pero nunca más podríamos bajar las alabardas, había que seguir luchando contra los gigantes. Nos costaba mucho creer que él nos hubiera abandonado.

 Estábamos seguros de que luchó hasta el último suspiro pues así lo recordábamos, llamando  diablo al diablo en su propia casa, dándole la vuelta al mundo para voltear el mundo, recordándole al catoliquísimo rey que es un perfecto hijo de puta como los reyes antes de él, especialmente la puta de Isabel. Nosotros los indios lo recordábamos en la Gran Sabana, con las cuatro plumas rojas sobre las sienes, Kariñas, Waraos, Wayus, Yanomamis y Pemones lo aceptamos como hijo de Canaima e hijo de Malei’wa, como tantos años atrás aceptamos a Baruta y antes de él a Wuaikaipuro. Era un guerrero y a los guerreros se les honra luchando, no existe otra forma. Y fueron los argentinos los que nos lo recordaron, que cuando un guerrero muere, se hace uno con sus hermanos de armas. 

El comándate no se murió. 
El comandante se hizo millones, el comándate se multiplicó. 
El comándate no se murió. 
El comandante se hizo millones, el comándate se multiplicó. 
El comandante soy yo. 
El comandante es parte de vos. 
El comandante somos todos, sos vos, soy yo. 
El comándate no se murió. 
El comandante se hizo millones, el comándate se multiplicó. 
Míralo caminar, míralo marchar. 
El comandante camina a mi lado, grita a mi lado y lucha conmigo hoy. 
Porque… El comándate no se murió. 
El comandante se hizo millones, el comándate se multiplicó. 
El comandante sos vos, el comandante soy yo. 
El comandante es el niño, es la niña, el comandante soy yo. 

Tocaba seguir viviendo, de la forma que aprendimos de él. ¡Dioses que suerte tuvimos! Nos tocó ser parte de la generación que siguió al comandante de sueños libres. En los libros de historia del futuro se le recordará y a nosotros con él, pues ningún hombre llega a ser grande si un pueblo no lo apoya, no lo sigue, y no cree en él. Ese día nos dimos cuenta de lo que representábamos en la historia. Cientos, quizás miles de veces, él nos lo había dicho, pero no lo entendíamos o no lo creíamos, pero cuando vimos a tanta personas tan distintas caminar de la mano, cuando generaciones totalmente distintas eran embargadas por un mismo sentimiento, supimos, que escribimos junto a él, los primeros párrafos de la nueva historia de la patria grande latinoamericana. 

Y en ese momento, mi generación, los hijos e hijas del Caracazo, del Fondo Monetario Internacional, del neoliberalismo, del Nuevo Orden Mundial, y del fin de la historia, entendimos a fondos las palabras del eterno Alí Primera. 

Los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos. 
Y a partir de este momento, está prohibido, llorarlos. 
Que se callen los redobles en todos los campanarios. Vamos un pal carajo, que para amanecer no hacen falta gallinas… sino cantar de gallos. 
Canta. Ellos nos serán bandera, para abrazarnos con ella. 
Y el que no la quiera usar, que abone la pelea. 
No es tiempo de recular ni de vivir de leyendas. 
Canta, canta compañero, que no falte canción. 
Canta, canta compañero, si te falta corazón, tiene este corazón. 
Que tiene latir de bombo, color de vino ancestral, tiene su cuenca de lucha cabalgando al viento austral. 
Canta, canta compañero, canta, canta compañero, canta, canta compañero. 

Sabíamos que en ese momento ellos nos veían, que los hijos de la infamia, desde sus cajas de lujo nos observaban, con burlas y odio para disimular la envidia. Ninguno de sus funerales sería así, los que lloraran en ellos, serían pares de la hipocresía, los que los siguieran, no lo harían por cariño, sino por rescatar de ellos lo que pudieran. Envidia porque jamás alcanzarían la inmortalidad, envidia porque jamás unificarían a la nación en pro o en contra de ellos. La muerte del comandante representaba su propia muerte, pues aquellos que solo son fieles a sí mismos, a sus liderazgos mezquinos y a sus interese de pacotilla, encontraron en el comandante, al enemigo perfecto, el enemigo que los unía. Sin él en el panorama, solo había un grupito de viejos conservadores rencorosos que jamás conocieron el amor de los descamisados, y un grupucho de niñitos malcriados y caprichosos, ultraconservadores y petimetres, los seres más asquerosos posibles, los hijos de la generación de los bobos; todos devorándose entre sí, como las ratas escuálidas y famélicas a las que emulan. 

No somos parte de un mismo pueblo ni somos una misma nación. Ellos y nosotros somos dos países, dos pueblos y dos naciones totalmente distintas. Somos enemigos por naturaleza, tanto de los líderes, como de los tontos útiles, como del ejército de mascomocos idiotas que le siguen ciegamente. Esos que ese día nos veían y se reían de nuestro dolor, porque son incapaces de comprender el amor más allá de lo que han enseñado en los medios. Y justamente fue amor lo que nos enseñó el que debemos recordar siempre. Amar a la patria, a las aves que trinan, a los amigos, a los camaradas, a los caimanes en el delta del Caroní y a los perros en las calles de Caracas. Amar a los hermanos de la patria grande, pues amar es el acto más revolucionario posible. Como amé a la dulce uruguaya de cabello negro y anteojos del mismo color que alzó su voz junto con todos nosotros en ese momento. 

Ésta mañana, me he levantado, oh bella ciao, bella ciao, bella ciao, ciao, ciao. 
Ésta mañana, me he levantado, y he ido por el opresor. 
Oh guerrillero, me voy contigo, oh bella ciao, bella ciao, bella ciao, ciao, ciao. 
Oh guerrillero me voy contigo, porque me siento aquí morir. 
Y si yo caigo, en el combate, oh bella ciao, bella ciao, bella ciao, ciao, ciao 
Y si yo caigo, en el combate, pongo tus manos mi fusil. 
Es mi deseo, seguir luchando oh bella ciao, bella ciao, bella ciao, ciao, ciao.
 Es mi deseo, seguir luchando, por el socialismo y por vos. 
Cava una fosa, en la montaña oh bella ciao, bella ciao, bella ciao, ciao, ciao. 
Cava una en la montaña, y a la sombra de una flor…. Así la gente cuando la vea, gritará “Viva la revolución” 
Ésta es la historia, de un camarada, oh bella ciao, bella ciao, bella ciao, ciao, ciao. 
Ésta es la historia, de un camarada, muerto por la libertad. 

Y así llegamos al final del camino, a su academia azul de pisos grises. Ocho kilómetros caminamos, ocho kilómetros luchamos por cada paso, ocho kilómetros guiados por un hijo de Nevado, para acompañar a un hijo de Bolívar. Ahora estará al lado de Pedro, de Augusto Cesar, y de Ernesto. De Vladimir, de Camilo y de Emiliano. Él ya hizo su parte, ahora nos toca a nosotros. Por eso es tan importante, seguir adelante, por eso es tan preciso entender que no podemos rendirnos, o todo habrá sido en vano, por eso es tan necesario, que resistamos. 

¡Y resiste! Quiere pasar el fascismo, quiere pasar el fascismo, quiere pasar el fascismo, mamita mía aquí no pasa nadie, no pasa nadie. 
Patria grande que bien resistes, patria grande que bien resistes, patria grande que bien resistes, mamita mía a los fascistas. 
Porque los revolucionarios, porque los revolucionarios, porque los revolucionarios, mamita mía que bien te guardan. 
Quiere pasar el fascismo, quiere pasar el fascismo, quiere pasar el fascismo, mamita mía aquí no pasa nadie, no pasa nadie. 
Patria grande que bien resistes, patria grande que bien resistes, patria grande que bien resistes, mamita mía a los fascistas. 
Porque los revolucionarios, porque los revolucionarios, porque los revolucionarios, mamita mía que bien te guardan 
¡No pasaran! ¡No pasaran! ¡No pasaran!

Fex López Álvarez

viernes, 4 de marzo de 2016

Desnuda

Me encanta verte caminar desnuda por la casa.
Con el cabello alborotado, con las marcas de mis dedos en tus nalgas y el resto de mis besos en tu cuerpo.
Me encanta verte desnuda.
Con los senos turgentes a los que le hace tiempo le arranqué a mordiscos la decencia.
Sin ganas de arrastrar los pies pero deseosa de que te haga el amor.
Me gusta verte desnuda.
Bajo mi,
             sobre mí,
                            o a mi lado.
Que esa odiosa regla de la ropa sea opcional en nuestra casa.












Fex López Alvarez

lunes, 29 de febrero de 2016

27

Un huracán de hojas quemadas se levantaba entre fragmentos de vidrios rotos sobre el suelo de concreto. El humo se hacía omnipresente, y el calor de los muchos pequeños incendios lamían las caras de los que habían ido a tomar aquello que les vendían insistentemente. También, un millón de piedras se agrupaban cerca de las pequeñas casas de latón donde esa mañana no hubo periódicos. Y a ellas acudían las hordas de pueblo, desnudos de pretensiones y hambrientos de justicia, jaurías de vida desembocada, de recuerdos ancestrales, y de furia desmedida. 

Eran los hijos de los negros y los indios y los llaneros, que una vez, hace mucho tiempo, pasaron por ese mismo valle, siguiendo a un demonio carmesí que en sus manos llevaba un azote, un hombre a quien confundieron con el balsero del Hades. Eran los hijos de los negros y los indios y los llaneros, que salieron de esas mismas calles tras la estrella más grande de la historia, para cruzar el muro de hielo, donde las lagrimas se congelan en las barbas y los orines no fluyen, y vencer en puentes, costas, campos y valles. Eran los hijos de los negros y los indios y los llaneros, que tras ser robados por uno que un momento fue cómo ellos, tomaron de nuevo los machetes y las lanzas, los fusiles y los caballos, para levantarse no contra sus hermanos, sino contra los nuevos amos. Eran pues, los herederos de la ciudad que habían vencido, conquistado, recuperado y repoblado más de una vez, que bajaban de la Ciudad en la Montaña en la que les habían obligado a vivir, para recuperar las calles que por derecho les pertenecían. 

Nunca en la historia, un ejército tal se había levantando tan rápidamente. Nunca en la historia, tanta gente creía tan firmemente en una idea, nunca en la historia, una clase social, se había hecho tan cociente de lo que realmente representaba. El ataque contra ellos fue tan feroz, que no hubo más opción que levantarse o enfrentar el exterminio subjetivo. En un día eran pobres, pero al otro, eran tan miserables, que la pobreza era añorada. Ese mismo día, cómo hienas adoloridas, se levantaron sin puñales, sin espadas ni arcos, no más que una piedra o un palo, pero no para atacar a alguien, sino por primera vez en tantos años, en tantos países, para atacar a un sistema. Era nuestra segunda batalla contra un imperio, y al igual que la primera vez, la victoria era la única opción. 

No hubo un solo Lenin, ni un solo Mao, ni un Che, ni un Gaitan, pero hubo muchos Pedros, muchas Marías, muchos con muchos nombres. Bajaron con sus franelas de colores y pantalones ajustados de cada rincón de la Ciudad en la Montaña. Del sur extenso con sus enormes distancias que solo podían ser recorridas en caballos metálicos, surgía la antigua indiada. Del norte cercano al sol y a las costas, con el gen cimarrón, aparecieron los negros de pieles hermosas y sonrisas perfectas. Del Oeste laberíntico y deprimido, llaneros y mestizos, se unieron a las huestes de las ciudades gemelas, y sin darse cuenta, le quitaron el fuego a los dioses.

Calle tras, calle, las llamas se levantaban. Los templos de la nueva religión eran atacados. Todos caían en las manos de los que nada tenían, todos eran saqueados, sus tesoros más simples, y los más costosos. Nada estaba prohibido, pues había que tomar aquello que los que predicaban en aquel lugar, pregonaban como necesario para vivir. 

Y cuando los amos del valle bajo la Ciudad en la Montaña se percataron de lo que podía pasar, empezaron los llamados desesperados a los repetidores de opiniones y a los títeres del estado. El Este seguía intacto, pero no permanecería así mucho tiempo. "Las medidas económicas solo afectan al pueblo, nunca a la parte aristocrática" gritó un niño sin nombre con tres razas en la piel, y sin su pesada camisa azul. La gente lo entendió, y el este, bastión de los dueños de todo, estaba rodeado de calles pequeñas con pequeñas casas a cada lado, donde solo se era dueño del hambre y de los techos de cartón. 

Eran muchos pequeños ejércitos para ser controlados solo con las palabras. Del Oeste, del Norte y del Sur, se congregaban tropas sin armas en el centro de la Gran Ciudad Roja. Una piedra no quedó sobre otra, las llamas barrieron todo, y fue allí cuando empezó el contraataque de los señores en sus castilletes. 

Primero los títeres exigieron a los ejércitos sin armas la dimisión de toda batalla, y para probar que hablaban en serio, uno de sus más grandes payasos, un pequeño diablillo con infulas de grandeza, eliminó de un plumazo todos los derechos que los hombres se habían ganado. Así, por decreto, las vidas que poco valían, pasaron a valer nada. Ese mismo diablillo ronda hoy por el trono del estado con gestos sediciosos y miradas cargadas de codicia.

Enviaron a los perros azueles. Les permitieron desatar todo su odio contra los pueblos a los que ellos mismos pertenecían. Entonces las balas empezaron a morder estómagos y cerebros, bastones de madera quemaron piernas y espaldas, y los humos artificiales llenaron de mierda los estómagos y de mocos los pulmones. Pero el ejército popular solo crecía, la indignación los hacía más poderosos. Muchos empezaron a caer, la sangre empezó a mezclarse con el sudor en los píes de aquellos que clamaban por carne y pan. El odio asomó los dientes. 

Varias patadas llovieron sobre abdómenes y cabezas, varias esposas fueron colocadas, varios gritos fueron silenciados con dientes rotos y gotas de sangre, pero la batalla continuaba. No había templo prohibido, las casas donde secuestraban la tecnología, empezaron a caer de la misma forma. No se buscaba otra cosa que no fuera el derecho a vivir, pero ese derecho ya había sido eliminado. Solo los amos tenían el privilegio a poseer, solo ellos podían vivir. El resto, los que marchaban como una aplanadora en la calles de la Gran Ciudad Roja, y los que seguían bajando de la Ciudad en la Montaña, debían ser eliminados. 

Pronto, a pesar de las muchas muertes causadas, los perros azules fueron ampliamente superados. Los jóvenes aprendices en la casa que luchaba contra las sombras, se unieron a la batalla. Aquello no era un mero alzamiento, era una rebelión abierta contra un sistema, contra un mundo. Entonces los títeres ordenaron a los gorilas verdes el ataque contra las huestes en las Gran Ciudad Roja. 

Los cuarteles empezaron a vomitar niños de mierda amarilla en las calles donde el combate se ejercía. Los armaban hasta los dientes y les obligaban a tomar una píldora azul que los inivía de todo sentido. "Si les disparan ésta pastilla evitará que se desangren" Le decían a los muchachos disfrazados con camuflajes. 

Antes de que ellos o los guerreros con bandera se dieran cuenta. La sangre se hacía ríos por calles y calles. Las balas iban contra cualquiera en píe, a niños a indefensos, a guerreras y a guerreros, a los que recogían a sus camaradas caídos o a los que se escondían en las torres de concreto. Así como no hubo limites para la expropiación de bienes, no hubo entonces limites para la arremetida. Vehículos blindados llenaron las avenidas, rondaban por las esquinas buscando victimas desprevenidas, y que cuando las hallaban, las engullían. Se había olvidado la vieja maldición que el primer gigante había lanzado sobre aquel soldado que levantar su espada contra el pueblo. 

Muchos perdieron las entrañas en las escalinatas, de los laberintos. Las huestes fueron barridas, y una por una, cayeron las calles y cayeron los pequeños ejércitos, y cayeron los hombres, y las ideas, y la casa que luchaba contra las sombras fue invadida por fantasmas sedientos de sangre, asesinos con uniformes y armas silenciosos, monstruos que se deleitaban en la tortura y en la violación, ángeles de la muerte a quienes se les confiaba la seguridad de un estado. 

Así callaron la rebelión; a sangre y plomo. No quedó un solo hombre ni una sola mujer para luchar. 5 miles de hombres y mujeres fueron asesinados sin ningún tipo de miramiento. 5 miles de almas dejaron de existir por exigir el derecho a existir. 5 miles de corazones dejaron de latir en el momento más emocionante de sus vidas.  

Los títeres empezaron a desfilar por los repetidores de comportamiento que poseían. Desde el "Policía" que se quedó mudo, hasta el mismísimo Rey calvo. todos justificando y minimizando la masacre. Se llegó a decir que los guerreros, eran soldados a sueldo dejados por el ángel barbudo, se dijo que las pocas muertes obedecían a vidrios rotos pero no a balas. Se habló de una sociedad cívica que reclamaba el retorno al orden. Se habló de todo, pero no de los cadáveres que yacían en las calles.

Del humo, de las cenizas, la sangre y las lagrimas, surgió el espectro del verdadero dios de las calles. Una figura silente, de ojos rojos y cabello rizado escondido bajo un gran sombrero de copa. Un hombre altísimo con capa negra y piel curtida. De boca cortada y dientes negros. Un monstruo del que emanaba un olor pestilente y al que las cucarachas le corrían por los brazos, pero no por las piernas, pues en estas solo había ratas. 

Pasó por cientos de calles, empujando una carreta marrón con tubos dorados, sobre ella lanzaba cadáveres y gente a medio morir, dejando solo el sonido del tic tic de las ruedas sin aceite y una hilera de sangre que lo perseguía desde el centro de la Gran Ciudad Roja hasta los blancos pilares de la Ciudad de los Muertos. Con el tic tic y los muertos y el tic tic y la sangre y el tic tic y los cadáveres apilados, uno sobre otro, y sobre ese otro, otro más. Brazos, cuellos, cráneos y pechos agujerados, todos vivos en la mañana, todos muertos al atardecer, todos desechados en el mismo lugar donde ochenta años antes, el mismo carretero había desechado otros cadáveres.

Algunos sobreviviron a los perros y a los niños con camuflajes, incluso a los sádicos fantasmas especializados en asesinar. Escondieron lo adquirido en sus hogares y les fue peor. 

Días luego de la masacre, cuando aún nadie entendía lo que había sucedido, los títeres ordenaron que cada casa en la Ciudad en la Montaña, fuera revisada, si algo había, que no tuviera comprobante de compra, se les quitaría. Muchos más murieron en esos días. Y sin embargo, algunos pudieron esconder lo que fue tomado. 

Yo nací unos cuantos meses después, me hicieron dormir en una cuna saqueada por mi padre, en el cuarto del hermano que nunca conocí pues había sido asesinado en la casa ahora vencida por las sombras. Mi generación creció con esa enorme herida en el pecho, recordando a los que no podemos recordar, haciendo un esfuerzo por entender que ocurrió el día 27, y jurando no olvidar.

A los ricos les gusta alejarnos de nuestro pasado, pues saben muy bien lo que podemos hacer cuando gritamos basta.   










Fex Lopez Alvarez