miércoles, 24 de agosto de 2016

Vocación Servil

Por Fex López Álvarez 

Sobre la espalda de los amerindios pesa una enorme cruz, Maracapana. Aquella jornada que significo nuestro encadenamiento perpetuo se nos presenta en este momento como una sombra terrorífica sobre nuestra historia reciente.


Creo tener moral étnica y académica para escribir las líneas que ud. leerá a continuación. A la vez, quisiera manifestar que en un principio, no creía que la noticia fuera real, sin embargo, cuando lo confirme, la indignación pasó rápidamente a convertirse bochorno en mi rostro, única acción que se me ocurre tras la caricaturesca aventura que una etnia amerindia emprende al marchar a la capital federal de la república para unirse a la jornada convocada por la Mesa de la Unidad Democrática el próximo primero de septiembre.

Como amerindio, quise encontrar una razón antropológica (por muy etnocéntrico que esto suene) en tamaña animalidad. Luego de descartarla por negarme a creer –como lo mantiene mi profesor Mario Sanoja Obediente- que la servidumbre se encuentra en los genes, me incliné por pensar que estos hermanos de la pachamama marchan para unirse a la MUD, bajo un gran engaño, cosa que también tuve que descartar. Quedaba creer que realmente un pueblo amerindio se había levantado contra el estado venezolano –contra el cual deberían permanecer en constante guerra ideológica- debido a que creían en la propuesta de la MUD y la negativa del brazo legal del estado de incorporar a los tres disputados amerindios a la Asamblea Nacional; pero pronto me percate con gran lamento, que el motivo de la marcha para llegar a la marcha, tampoco era este.

A los historiadores blancos y conservadores les gusta señalar como las fuerzas indianas siempre han estado del lado contrario a la república, cosa especialmente manifestada con la unión a Boves  y a Maisanta. Pero pregunto yo, ¿Esas no eran las facciones autenticas que podían seguir los pueblos amerindios? 

Un amerindio es primero Pemon, o Wayuu o Somari y luego por cuestiones legales es venezolano. Si alguien supo entender eso, fue Hugo Chávez. No me quiero aquí referir a la recepción de las cuatro plumas rojas o de la corona de plumas negras que en la mente de un amerindio evocan a Wuaik a Puru o a Mar’a, otorgadas ambas por consejos pinches a Hugo Chávez. Me refiero más bien al reconocimiento que le brindó el estado chavista a los pueblos indígenas sin involucrarlos en el estado como todo hombre blanco considera debe hacerse para salvarlos de los fantasmas que solo habitan en su cabeza.

Que hoy, un grupo de –insisto- hermanos amerindios marchen contra el estado que les permite el desarrollo de religión, idioma y arte, es decir el desarrollo cultural para poseer una nación, es algo que perturba cada fibra de pensamiento lógico que recorre por mi cuerpo.

Que más de 100  -vuelvo- hermanos amerindios marchen descalzos, en wuayucos, conpenachos, pinturas rituales, y con los arcos y lanzas en la espalda, más preparados para cualquier show de Natgeo que para afrontar tamaña movilización solo puede delatar lo fingido de este acto.

Es una práctica conocida la manipulación de los pueblos aborígenes de toda la América a través del licor regalado. Quizá Finol sea quien mejor explique esta tortuosa relación entre grupos humanos, en la cual –por referirme a su trabajo y por lo superficial del que presento- no es necesario profundizar. La ley de botella.

Palabras más palabras menos, los pueblos amerindios en su mayoría son idénticos a la mayoría de las barras bravas del fútbol argentino o brasilero, si un caudillo –blanco- les otorga licor y dinero, estos grupos quedan en deuda moral con el caudillo y para pagarle, realizan bochornosas actividades como la golpiza de los fanáticos del Flamengo FC al brillante jugador de fútbol, autor Marxista y doctor, Sócrates en los años 70’s o la avanzada de estos pueblos a la concentración de un sector que históricamente los ha despreciado, usado como peones de un juego macabro y peor aun, burlarse de ellos.       

Es como si en lugar de levantarnos como amerindios, nos hubiéramos hundido mas. Parece que cambiamos el  ana kariña rote aunicon paparoto ioto manto por el ordene buen amo.





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