miércoles, 19 de abril de 2017

El Cordero Sacrificado



Toda relación humana conlleva sacrificios. La política, máxima expresión de las relaciones sociales, se construye a base de sacrificios ideológicos, éticos, y humanos.

En los años 90’s, la llamada clase media se encontraba en nuestro país en la ruina absoluta, dispersa, extraviada y al borde de la desaparición. Son el chavismo y la bonanza petrolera la que permitieron –por diversos factores- que esta no solo subsistiera, sino que también se fortaleciera y creciera hasta convertirse técnicamente –en términos strausianos- en una casta.

Es una ley de la dialéctica de la historia que toda clase o casta social pujante busca acceder al concierto político levantando las banderas más similares a sus intereses reales. Tomando esto como norma, la clase media venezolana debería ser junto a los otrora miserables, los máximos defensores de la Revolución Bolivariana. Entonces, ¿qué ocurre en nuestro país? ¿Qué impulsa a jóvenes de muy acomodada posición social-económica a ser el ejército con el cual la burguesía enfrenta al Estado Nacional?

En un simple ejercicio de descarte se puede dar con el punto clave de esta anomalía que rompe sutilmente las leyes de la historia. No se puede hablar de cuestiones ideológicas pues la oposición venezolana, por muy acertadas cuestiones propagandísticas cayó en la reacción y abandonó plenamente la filosofía política. Si queremos encontrar una prueba de esa tesis basta con escuchar a uno de estos “soldados” para darse cuenta de que ninguno es capaz de articular 3 oraciones ideológicas coherentes.  

Tampoco se trata ya, de la “horrible hambruna” que la terrible dictadura de Maduro nos obliga a sufrir –bla, bla, bla-. Primero toca recordar que para muchos de nosotros el tetero era agua de pasta con comida para perros. Segundo, cualquier persona en cualquier pueblo o ciudad del país puede pasar por casi cualquier pizzería, heladería, asado o avenida de bachaqueros y encontrarse con lugares repletos de comensales, bolsas en las manos y dulces en las bocas. Los días gruesos  de poco comer por la guerra económica, de a poco, están siendo superados gracias a la vuelta a la tierra, la racionalidad a la hora de comer, el CLAP y el extraño poder adquisitivo del venezolano, y los que más disfrutan de esto son esos jóvenes de clase media donde la verdadera oposición política tiene sus madrigueras.  

El asunto entonces solo puede ser cultural.

El humano –en su grueso- es un animal de rebaño, una bestia que evoluciono lo suficiente como para seguir de forma inconsciente las tendencias y costumbres. La mayor parte de los humanos sienten la necesidad de ser parte de algo, de entrar en el status quo, obtener el pasaporte de la aldea global. No importa cuan horrendo u ilógico sea el acontecimiento, si un grupo lo hace, mucha gente lo verá como normal y querrá unirse a dicha acción. Así podemos explicar simplemente, violaciones masivas, linchamientos, lapidaciones, o como niños criados por un estado absurdamente generoso son hoy la amenaza máxima a un país con poco más de 20 años de paz –una generación-.  

Esta enfisbena acéfala busca ser parte de algo, ese algo, ha sido perfectamente tipificado por la oposición venezolana logrando convertir a todo lo que sea chavismo, en una figura odiada y rechazada. Sin sutileza alguna, la verdadera oposición a logrado identificar en el chavismo todo lo que debe ser odiado hasta lo psicótico por estos jóvenes a los que les han arrancado el alma. Se trata de que se encontró el ese punto orweliano donde todo lo que representa el Estado Chavista, desde edifico hasta persona, debe ser atacado por estos seres que renunciaron a la individualidad del pensamiento.
Ahora, el Estado venezolano es moderno y hasta ejemplar, por lo cual, este formidable “ejército” que me hace recordar días extraños en Camboya, que bien pudo acabar con cualquier gobierno de la tercera republica, busca destruir infructuosamente la quinta.

La oposición no tiene rostro, es más bien un titiritero que desde las sombras controla a títeres capaces de asesinar, quemar, saquear y destruir un país solo por ser parte de algo, para seguir el rebaño.
Voluntariamente, por evolución o hasta por buena fe, la juventud de clase acomodada venezolana –tocando ya las populares- se ha hundido en un mar del que no podrán salir. La violencia les perseguirá de por vida,  la frustración, el estrés post traumático, la psicopatía, la cárcel, la discriminación será su pan de cada día. Se trata de corderos que han sido degollados por un sacerdote sin rostro, como si se tratara de un irónico sacrifico.  

martes, 31 de enero de 2017

El arte y la filosofía dentro del pensamiento socialista.

Al igual que Víctor Valera Mora, suelo amanecer plenamente enamorado de Corea del Norte. El socialismo es una causa hermosa, a decir de Ernesto Guevara de la Serna, la más hermosa de todas las causas. Luchar por los derechos de los descamisados, de los desprotegidos, a la par que se promulga una nueva etapa de la evolución humana llega a ser loable hasta lo sublime.

Ahora, si entendemos el socialismo –desde el concepto más básico- como la tesis de socialización de los medios de producción, fruto de la edad industrial, es natural que todo intento de evolución de ese sistema se haga por parte del sujeto histórico preponderante de dicho sistema, es decir, el obrero y el campesinado orientado a la producción industrial de bienes de consumo.

Cuando Marx propone el socialismo como próximo paso de la evolución humana –esto sustentado en los estudios hegelianos-, no logra separarse plenamente de su herencia judía, y elige al proletariado como sujeto histórico de transformación. Si bien, lo identifica bajo el método hegeliano de la evolución dialéctica de la historia, Marx, el genio más grande de los últimos siglos, simplemente niega cualquier aporte por la materialización de su idea, que no provenga de los factores inmiscuidos en el juego del capital.

Para representar esa barrera dogmática, el símbolo internacional del socialismo son la hoz (Sai, machete, cuchillo –según las latitudes-) y el martillo. Estos símbolos casi masónicos, que se muestran imponentes tanto en murales como en billeteras son un auténtico alicate que no solo ahorca las relaciones originadas por el capital, sino que también, prohíben la entrada de todo factor divergente, a la lucha contra el capital.

Tras la victoria de los bolcheviques, la puesta en marcha de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, la industrialización orientada al socialismo, y la victoria en la Segunda Guerra Mundial –todo eso en menos de 50 años-  se estipuló una especie de dogma bienllamado “Iglesia Roja” en la que, la única vía que existía para alcanzar el socialismo era con una revolución violenta, un ejército de obreros, guerrilleros campesinos y un partido vanguardista que sirviera de generalato a la cabeza de esos factores.

La lucha de clases se convirtió entonces para los izquierdistas, en la única forma de hacer revolución. Si, esta tesis es central para la construcción del socialismo. Si, esta tesis es la esencia misma de la  evolución dialéctica humana. Sí, todo ser inmiscuido en la condición de proletario, debería alzarse contra las fuerzas que le oprimen, empero, al igual que todo sistema de represión, el Capitalismo tiene un mecanismo para opiar al sujeto histórico de nuestra era.

El esclavo era reprimido por la fuerza, el sirvo por la religión, el proletario por el bienestar. Para evitar que los inmiscuidos en el juego del capital, contrarios al capital, se levanten, se crea un estado de bienestar en el que el obrero llega a tener beneficios “extras” de su trabajo. Seguro médico, ropa para trabajar, vacaciones pagas, bonos de compensación y un montón de cosas más, que son solamente, una pisca del plus valor generado por trabajador. Un mero arañazo a la plusvalía creada por ellos mismo.

Para ampliar ese efecto, El Capital, al igual que la aristocracia absolutista y la monarquía, genera grandes espectáculos deportivos, formas incluso bastardas de comer, y eventos mediocres dramáticos para mantener adormitado al sujeto histórico al cual los militantes de los partidos de vanguardia, deben buscar para guiar para hacer la revolución para alcanzar la evolución de la sociedad, para entonces darse cuenta que es imposible. Propaganda partidista, discurso iluminado, idea, no le gana a fútbol, Mc’Donals, ni telenovela mexicana.

Es allí cuando un factor, clave de la sociedad, negado por justamente por el marxismo más ortodoxo, debe tomar las riendas para inculcar en el sujeto histórico, la necesidad de luchar por la causa socialista; Los artistas y los pensadores.

Los creadores de cultura han sido en los tiempos modernos, quienes más se han acercado a las luchas de la izquierda, quienes han tenido, quizá por poseer cierta sensibilidad especial, más acercamiento y más compromiso con la idea de la evolución de la sociedad representada en el socialismo.   

Neruda, Sartre, Primera,  son solo unos cuantos de nombres de pensadores y artistas que al unirse a la lucha por la evolución dialéctica humana, por el socialismo, comprendieron de inmediato,  que el aporte de los intelectuales y artistas a la revolución, debe ser casi desde las sombra pero llega a tener incluso más importancia que la lucha en la primera línea, pues desde el arte, desde las letras, desde el celuloide, desde la música se debe crear de forma casi sublime, la nueva cultura que aplaste definitivamente ese estado de bienestar que como parasito cultural se inocula en la mente del campesino y del obrero.

El juche, la filosofía pseudo marxista norcoreana reconoce el esfuerzo que los intelectuales deben hacer por la construcción del socialismo. Existe la idea generalizada de que los pensadores, no son conscientes del mundo que les rodea, quizá culpa del pobre Tales cuando cayó en aquel pozo por ver y pensar el movimiento de las estrellas. Pero lejos de esa realidad, el auténtico pensador, el auténtico artista,  no solo debe estar consiente de cada mínima cosa que ocurra en su época, sino que debe colaborar activamente a la construcción de un nuevo mundo. Ese es el único y enorme aporte que los artistas y los filósofos pueden dar al socialismo. 

martes, 10 de enero de 2017

Mi mayor sueño

Nunca pediré la paz
Pediré hombre y mujeres que arañen los deseos de libertad
No necesito igualdad…
Necesito justicia. Que la voz de mis antepasados
                                                                                       Y los tuyos
                                                                                                               …Y los tuyos
Se unan en una sola voz  que llene de horror
                                                                                      A la oligarquía
No desearé migajas
Desearé alzar a mis camaradas en armas
                                                       a los negros a los indios
                                     a      los       descamisados
  Mi sueño no es mundo ideal
Mi mayor sueño es seguir cabalgando con la amarilla bandera a cuestas
Seguir tu ejemplo libertario
Y que cada uno
Sea un Zamora.
Los que te mataron nunca se dieron cuenta
                Que la bala infiel que devoró tu cabeza
No devoró tus ideas
Que los manantiales rojos que escaparon de la herida
Regaron la tierra donde nacimos
                                                     Nunca supo el asesino en el campanario
Que tu voz susurraría por cada palo de mango

                                                                                  Tierra y hombres libres. 

miércoles, 4 de enero de 2017

La Victoria Estratégica, de Fidel Castro



Jean Paul Sartre, el último de los universales, señaló, al ver a los ángeles barbudos bajar de la cierra y lograr el éxito de la revolución en Cuba, que los movimientos insurgentes solo podrían ser levantados por los jóvenes, es decir, solo los jóvenes podrían cambiar el mundo, pues solo en ellos se encuentra la fuerza contestaría para arrojarse contra este.
Sobre la revolución cubana se han escritos muchos textos. Desde densos análisis filosóficos hasta novelas ilustradas o comics. Reportajes históricos, teorías conspirativas y reconocimientos a los héroes anónimos, son parte del palmarés de libros que adornan la estela de la primera revolución socialista (exitosa)[1] de América. 

Ahora bien, son realmente pocos los textos que se adentran en el aspecto bélico de la revolución cubana. Existen algunos textos escritos por el Che, por Bayo, y otros más que narran pasajes de la guerra revolucionaria en la mayor de las Antillas.
Por tal motivo, en 2010 y tras un largo proceso de recopilación propia de memorias, Fidel Castro Ruz, demostrando ser un escritor prolífico, redactó 864 páginas donde se detalla cada aspecto de la lucha cubana por la emancipación del capital y la independencia socialista.

Para el comandante Chávez el estudio de la revolución cubana era fundamental para comprender y mejorar nuestro propio proceso revolucionario. El libro en cuestión llegó a Chávez siendo enviado por el mismo Fidel Castro el 8 de agosto del año 2010.

 “Me llegó este libro, Fidel gracias, (…) mira el más reciente libro de Fidel, ahora ha escrito varios, por ahí llegó La Paz en Colombia, él le dedicó muchos años de su vida a tratar de ayudar a buscar la paz en Colombia, Fidel, aquí está, éste es el más reciente libro, (…) Fidel Castro me ha enviado un mensaje con el ministro Ramírez que estuvo con él hace pocos días que nos va a dar, o nos dio ya, todos los derechos de autor para editarlo en Venezuela, para que nuestro pueblo pueda acceder a este trabajo histórico, bueno, comencé a leer ya y me lo ha dedicado, miren, con su inconfundible letra cursiva, para Hugo Chávez muy fraternalmente, Fidel Castro, agosto 5, 2010, gracias Fidel” –Señaló el presidente Chávez en el Alò presidente 363.

Si bien este libro narra aspectos puramente militares, en los cuales se describen las armas, los planes de combate, se trazan los detalles de las batallas y escaramuzas, se explica el funcionamiento de las distintas columnas revolucionarias durante las batallas libertarias, así como características propias de una guerra asimétrica. El texto está cargado de aprendizaje y enseñanzas que pueden emplearse en cada aspecto de la lucha política.

En tal sentido, el comandante Chávez, demostró que este texto podía elevarse al mismo nivel del Arte de la Guerra de Sun Ztu, o el De La Guerra de Carl Von Clausewitz, es por tal motivo, que,  amparándonos en la tesis del comandante eterno de la revolución bolivariana, podríamos señalar que la Victoria Estratégica, de Fidel Castro, no solo es el texto más importante escrito desde el punto de vista marcial de la América contemporánea, sino que es uno de los pilares de la literatura moderna de nuestro continente.  







[1] Ciertamente podríamos considerar la revolución Mexicana (zapatista-villista) como socialista, o la zamorana, o incluso la primera gesta nicaragüense en la que estuvo involucrado Augusto César Sandino. Empero, esas tres revoluciones, como todas las que regaron de sangre y lágrimas la tierra latinoamericana, no culminaron en triunfo absoluto a diferencia de la revolución cubana.  

Tiempo de Ezequiel Zamora.

Existe un nexo muy claro entre el pensamiento bolivariano y el pensamiento chavista, si se quiere, un eslabón perdido que conecta y da la continuidad necesaria al ideario bolivariano para que se haga uno con el chavista. Sin duda alguna, ese puente es el pensamiento zamorano.

Ezequiel Zamora es la figura histórica venezolana más comprometida –separando las realidades históricas de Miranda y Bolívar- con el cambio del paradigma social. El nacido en Cùa se planteó una auténtica revolución de carácter social que no solo transformaría las estructuras sociales sino que iría un paso más delante del libertador planteando también una profunda transformación en las relaciones sociales determinadas en el caso de nuestro país, por algo que se podría llamar protocapital.

Los historiadores clásicos del país han querido negar el carácter revolucionario-social de Zamora, encasillándole como “Señor de la Guerra” o “Caudillo”. La vieja intelectualidad venezolana –blanca y conservadora- relegó a Zamora a ser solo un líder campesino de una banda de descontentos e insurgentes.

Lamentablemente, esa idea se mantuvo mucho tiempo en el imaginario venezolano, pues esto era lo que se enseñaba en las escuela y universidades del país. Se hablaba del horros a la oligarquía, de los godos destripados y puestos al sol, de los saqueos a las fincas y haciendas a las que se organizaban paseos escolares, pero en ningún momento se hablaba de la libertad e igualdad entre los hombres y mujeres propuesta por Zamora, de su idea de democracia amplia y activa, y por supuesto, mucho menos se estudiaba la tesis de socialización de la tierra –único medio de producción en Venezuela- propuesta por el héroe de Santa Inés.

Esa tesis reduccionista al pensamiento zamorano encontró una ruptura abismal cuando Federico Brito Figueroa, antropólogo e historiador de izquierda, inició su persecución del auténtico pensamiento zamorano.

El nacido en Maracay en 1921, dedicó todo su estudio a encontrar al auténtico protagonista de las gestas históricas, el pueblo venezolano, dentro de los grandes movimientos sociales. Brito Figueroa inició en 1951, una larga cadena de investigaciones reflejadas en libros y ensayos que irían tomando por si solos, la forma de Ezequiel Zamora, a quien los procesos investigativos del militante del Partido Comunista de Venezuela, colocaría como rostro de la lucha del pueblo venezolano.

Los libros de Figueroa fueron proscritos y tildados de bravuconadas ideológicas. Su publicaciones tuvieron que hacerse de forma clandestina en tirajes bastante reducidos, sin embargo, su tesis central, la idea de que Zamora fue el primer teorico-pragmatico socialista venezolano –por aquello de la socialización de los medios de producción- y el hombre a quien la providencia le ponía en las manos la espada de Bolívar y las banderas de Miranda, fue creciendo desmesuradamente hasta convertirse en un incontrolable incendio similar a los que sus huestes provocaban en las haciendas saqueadas.
Hugo Chávez, comandante invicto de la Revolución Bolivariana, curiosamente llegó al ensayo Tiempo de Ezequiel Zamora, del mencionado autor, no en los campos barineses, sino combatiendo contra algo que cada vez le llamaba màs.

Famosa es la anécdota contada por nuestro comandante en la que se encontró un carro azul, destartalado, repleto de libros de izquierda. Obras de Lenin, de Mao, de Marx, de Bolívar, y especialmente una obra de Federico Brito Figueroa, Tiempo de Ezequiel Zamora.

Si hay libros capaces de cambiar el mundo, este es uno de ellos. Desde el momento en el que el Gigante tomó dicho texto en sus manos, su pensamiento, ya orientado a la rebeldía y a la justicia social, se radicalizó totalmente. Chávez, como nos enseñó el comandante obrero Nicolás Maduro en el prólogo del Libro Azul, el libro Tiempo de Ezequiel Zamora dio el puntillazo definitivo para que Chávez se fundiera con la idea revolucionaria-justicialista.

El mismo comandante Chávez fue un enfático defensor de este ensayo en el cual se explican las consecuencias dialécticas que llevaron a Zamora a dirigir una autentica y visceral lucha de clases, más de una vez lo mencionó, lo recomendó y lo promovió. De hecho, el texto fue seleccionado para la biblioteca básica los consejos comunales.  

Estudiar a Zamora debe ser parte elemental de nuestro sentir revolucionario. Zamora, Bolívar, Miranda y Chávez, son un solo cumulo histórico, una sola verdad, un solo pensamiento. Justamente el libro Tiempo de Ezequiel Zamora, nos demuestra que lejos de ser teorías y pragmatismos dispersos, la lucha del pueblo Venezolano, por la igualdad-socialista, la fraternidad  y la  libertad-justicialista


     

Sobre la juventud

Para que exista evolución cultural es necesario que exista contracultura. La contracultura solo puede ser impulsada por los jóvenes.  Sartre incluso llego a afirmar cuando vio a los revolucionarios cubanos bajar de las serranías, que las revoluciones, solo pueden ser hechas por jóvenes. Allende, a quien la historia le absolvió y elevado, señalo en algún momento de su vida, que “Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica”.

La juventud es un periodo de tiempo inagotable. Si bien el cuerpo envejece, los espíritus pueden permanecer jóvenes, hasta el agotamiento del ser. Pero más allá del iluminista significado de esa tesis, se podría entender la juventud como un periodo bastante corto de tiempo, con más bajas que altas y con más amargos que dulces.

La juventud permite cometer errores hasta inocentes. Poseer y tener pensamientos e ideas que rayan en la fe, e incluso, embarcarse en causas perdidas o abstractas. La juventud es un espacio para el crecimiento que nunca, históricamente hablando, había sido tan largo como en nuestros días.
Ahora bien, si la juventud está repleta de errores y fallas, ¿Por qué el pensamiento universalista nos los hace pasar como indispensable para hacer la revolución o incluso, clase elegida para lograr la revolución?

Inicialmente porque  todo proceso revolucionario es por axioma, transformador, y lo común es que una persona mayor, o de espíritu avanzado, sea conservadora. Ciertamente un conservador puede tener 18 años de edad u 81 años, es irrelevante, pero un revolucionario, necesita la fuerza física, moral y espiritual para cambiar el mundo que solo se encuentra en la juventud.

Cuando estudiamos la historia, ninguna revolución socialista se ha hecho con sangre vieja. La revolución Mexicana, la Ruso-Soviética, la Germánica, la Checa, la Indochina, la China, la Camboyana, la Cubana, la Venezolana-Bolivariana y un largo etcétera, fueron realizadas por los jóvenes. Sí, pensadas por los viejos, por los iluminados, por Lenin, Mao, Ho Chi Ming, Maneiro, pero ejecutada por hombres y mujeres jóvenes que incluso, llegaron a sufrir aquello contra lo combatían.

Podríamos parafrasear aquel famoso aforismo filosófico y decir, los jóvenes hacen lo que los viejos han pensado. O como cantaría Alí Primera, sangre joven, sueño viejo.
Ahora bien, al igual que la revolución, el tiempo no se detiene. Por consiguiente, cuando triunfa una revolución, los jóvenes que se pusieron al frente de ella, envejecen. Cambian el mundo en el proceso, pero envejecen. Es muy difícil, casi imposible, no hacerse conservador de los logros de una revolución.

Por ejemplo, la sociedad venezolana de los años 60’s estaba profundamente enamorada del voto popular, algo que se logra tras la dimisión de Marcos Pérez Jiménez, es decir hubo una revolución que suscitó un hecho extraordinario. Pero la generación de los 70’s, 80’s y 90’s apenas si entendía la importancia del voto popular y apenas si ejercía ese deber-derecho.
La revolución es un proceso dialectico, inagotable y enteramente moldeable. Esa situación genera una dificultad identificada por Ernesto Guevara de la serna; cuando lo extraordinario se hace cotidiano, estamos haciendo revolución.

El objetivo de toda revolución es, entonces, alcanzar lo extraordinario. A mi entender –con 26 años de edad- ver en Venezuela, milagros cómo la Gran Misión Vivienda Venezuela, o los sistemas de protección al pueblo en cuanto a salud y economía, los eventos políticos tan apasionantes, la apertura al pueblo al poder político-moral-histórico, es abrumadoramente extraordinario. Ser testigo de cómo Pablo Pueblo y María Aguirre cogen un micrófono de TV y arman un reportaje que es transmitido, o como impulsan un sistema tan revolucionario –en la condición más estricta de la palabra- como los CLAP, o pueden aspirar a concejalías y diputaciones de orden no burgués sino popular, o como sus hijos y ellos mismos poseen el arma más eficiente para quebrantar el imperialismo, la tecnología, es abrumadoramente extraordinario.

Quizá el día a día no nos permita ver eso, no nos permita apreciar lo increíble que es ir a un consultorio médico en el barrio donde moramos cuando hace apenas 20 años –una generación según Strauss- moría en las puertas de un hospital. Sin embargo, cuando reflexionamos cosas tan simples como esas, cuando hablamos de la congelación de salarios y las comparamos con el sistema de protección al mismo implementado hoy día, o la transformación educativa, podemos incluso llegar a perder la respiración, a necesitar un momento para sentarnos y pensar.

Sí, es extraordinario. Pero, ¿Para quién es extraordinario?  Los metodólogos y los reduccionistas suelen aplicar una norma con la que no estoy muy de acuerdo para señalar lo que es extraordinario. Según indican, “Todo aquello que impacte profundamente la vida de una generación, es extraordinario-.  Esta estructura de pensamiento no solo es enteramente positivista, sino que también niega profundamente el materialismo dialectico y por consiguiente la importancia de la lucha de clases dentro de lo que es extraordinario.

¿Para quienes es más extraordinaria la invención del teléfono, para un campesino en quien sabe que rincón del mundo, o para un burgués en la Gran Manzana? Si bien, el burgués le dará un uso mayor y probablemente cambien el mundo con el teléfono, la invención, la extraodinialidad, es más grande siempre, para quien no disfruta inicialmente del progreso, para quien no ve inicialmente lo extraordinario.

Es por eso que no se puede acoplar en una misma generación lo que es extraordinario. Personalizando nuevamente, para mí, hijo de obreros es impresionante tener una computadora al alcance de mis manos otorgada además por el Estado. En cambio, para Juan, hijo de directores, burócratas o –inserte título parasitario aquí- es algo común.

Es por tal motivo que toda revolución tiene adversarios, tiene contra revolucionarios. Aquel que no es tocado por lo extraordinario, es un conservador contrarrevolucionario, aquel que ha sido tocado por lo extraordinario pero aun así adversa a la revolución, es un desclasado.

Es entonces que el proceso revolucionario se hace más complicado de seguir. Una generación ve y vive lo extraordinario creado por la revolución, más específicamente, un grupo de esa generación. Lo siente, lo percibe, es parte de eso. Por consiguiente defiende esos logros, defiende esa revolución, y si no concibe la manera de revolucionar la revolución, se convierte en un conservador para quien la revolución, es estática; mata a la revolución y a sus propios logros.

Cuando aparecen las nuevas generaciones surge la disyuntiva, disfrutan los beneficios de la revolución, disfrutan de lo extraordinario, y para ellos incluso más que cotidiano, es común; es ordinario. Ciertamente, algunos miembros de las nuevas generaciones pueden llegar  a apreciar los logros extraordinarios de las generaciones anteriores, incluso defenderlos, pero sensitivamente es imposible que logren comprenderlos en pleno.

El mejor ejemplo que hemos tenido de esto, pudo haber sido la llamada primavera de Praga. Ciertamente fue impresionante ver a una generación entera, levantarse contra lo que sus padres y abuelos, con enorme sacrificio, habían logrado.

Solemos criticar mucho a los jóvenes por no identificarse como conjunto pleno con los procesos revolucionarios anteriores a ellos. Sin embargo, eso también sería negar la dialéctica misma de una revolución. Recordemos, los procesos revolucionarios son atemporales, por consiguiente, no podemos sentir jamás lo mismo, más allá de la admiración inagotable, que un americano mientras Bolívar erigía el proyecto Mirandino. No podemos pedirle jamás, a un joven venezolano, que sienta el mismo ardor en el pecho cuando se habla de los salarios congelados, de los niños muertos a las entradas de los hospitales, o de los comités de los bachilleres sin cupo, simplemente porque esa no es su realidad, no podemos exigírselo ni a esos jóvenes que contradiciendo su impulso dialectico, reconocen los logros de la revolución y se unen a su continuidad y evolución, especialmente no podemos pedírselo a ellos.

Sería absurdo negar que en Venezuela hay una marcada división política en los jóvenes. La oposición venezolana, haciendo uso de estrategias sociológicas, ha sabido engañar a la mayoría de los jóvenes para que se conviertan en defensores de aquello que ya fue superado y vencido, les han convertido en portadores de banderas rotas.

Ahora bien, ninguna bandera rota puede ser levantada nuevamente, es políticamente inviable. Cuando una idea es fracturada, pasa a ser referencia, historia, más no forma. Es tan inviable señalar que el marxismo-leninismo o el socialismo en un solo país es la vía por la cual todos debemos caminar, como que la democracia representativa es la esperanza en la caja de pandora.

Esa estrategia ha logrado socavar el espíritu joven que por motivos históricos, la oposición tenía ganada. Han impulsado el postmodernismo, la aldea global, la igualdad dentro de la diferenciación, y la etnofagia creando una especie de Golem, una masa sin alma y sin posibilidades de vivir más allá de la colocación del papel en la boca.

En cambio, la revolución bolivariana ha captado el brillo de esa generación, la que a mi entender, tiene más posibilidades de lograr lo imposible que ninguna otra. La ha cuidado, cultivado y trabajado lo suficiente, como para que se convierta en la flor que se levante para deslumbrar a los pueblos del mundo.

Más allá de sentarnos a criticar, a veces desde torres de marfil ideológicas, lo que pasa con nuestra juventud –de la cual a pesar de mi edad las condiciones antropológicas me separan-, debemos entender lo que pasa allí, ¿No fueron los jóvenes hermanos de los jóvenes que hicieron la revolución los que derrocaron a Plot Plot? ¿No fueron jóvenes los que iniciaron las oleadas de balsas a Miami? Por muy cínico que parezca, debemos aceptar que cada revolución pierde una parte de las generaciones noveles, de las generaciones que no hicieron la revolución, sin embargo, como ella misma, la juventud es inagotable, por consiguiente, 3 jóvenes que comprendan, defiendan y hagan evolucionar los procesos revolucionarios, son mucho más, que 10 apáticos que piensen en irse del país.

Recordemos el poema de Dalton en plena primavera de Praga si, decepcionemos a veces sí, lleguemos incluso a sentir indignación, es cierto, pero también recordemos, que las alamedas que construimos, no son para que caminen nuestros hijos, sino para que caminen nuestros nietos. Esa es la esencia de la revolución.    

Fex López Álvarez. 

miércoles, 31 de agosto de 2016

Asi lo veo yo

El shock como herramienta contra los pueblos y la guerra de tres frentes. O, Apología del romance de los tres reinos. 

Por Fex Lòpez Àlvarez


Yo nunca llegue a pensar que se recrearía en nuestro continente, una comedia basada en aquella joya de la vieja literatura China.

Mientras escribo estas líneas salgo del profundo estado de abstracción en el que me ha dejado el golpe de estado parlamentario que se ha dado en Brasil. Me sigue pareciendo increíble lo que ha pasado, muy a pesar de saber de antemano que esto es lo que iba a ocurrir. E eso es lo que realmente me aterra.

En 1930 Hitler –más Joseph Goebbels que Hitler.- fue promotor de la llamada política del Shock, la cual usó magistralmente para hacerse con la chancillería alemana, y que extendió al campo militar con la llamada Guerra Relámpago con la cual se anexó la mitad de Europa. Luego de la guerra, todo grupo político, todo estado, y todo movimiento conspirativo, ha usado esa misma estrategia para garantizar la satisfacción de sus intereses políticos u economicos.

El Shock como arma política se sustenta en alimentar un miedo o generar una matriz informativa en la opinión en las poblaciones, de tal magnitud, que los grupos políticos que la impulsan pueden actuar en absoluta libertad para tomar lo que desean sin las repercusiones propias de la conciencia colectiva.

Para el nacionalsocialismo alemán el shock se sustentó en la traición de las castas políticas en conjura con la etnia judía en pleno. Para el complejo militar-industrial norteamericano, se trataba de la amenaza comunista y el dichoso reloj del día del juicio final. En Venezuela fue la famosa imagen de los “pistoleros de Puente LLaguno” y en Brasil, el escándalo de corrupción más la –odio decir esto- magnifica manera en la cual se trasmitió el golpe de estado por los medios de comunicación dándole un matiz de legalidad y fineza, más grande que el que se dio cuando destituyen al presidente Lugo del Paraguay de la misma manera.

Así asistimos a los modernos golpes de estado, frente a una televisión y en Shock.

Momento… ¿He mencionado a Venezuela?

Mientras veo la embestidura de Michelle Temer, me gustaría recordarle a los lectores de estas líneas a las que recurren asiduamente –grata sorpresa para mi-, que Brasil no es el único estado Latinoamericano que en estos momentos se encuentra bajo un asedio reaccionario utilizando además, el shock como arma fulminante para romper los procesos políticos contrarios a los intereses tradicionales de las burguesías y oligarquías locales.

Brasil, Venezuela, y Bolivia son pues las tres de las batallas que llevan el imperialismo y los intereses reaccionarios sobre el enorme tablero de juegos que es el mundo.

Mañana Jueves, 1er día del mes de septiembre, se espera una marcha que pretende generar conmoción en la vida nacional –similar a lo que ocurrió el 11 de abril de 2002-, y a raíz de la misma, imponer, como en Brasil, un nuevo gobierno de facto sustentado en la política del shock para aplacar la conciencia colectiva a la vez, y a la vez, abrir las puertas para que los extremistas –de derecha- se apropien de lugares importantes para el desenvolvimiento de la vida nacional causando letargo en los mecanismo de respuesta que irremediablemente surgen tras eventos como estos.

El shock como política, es altamente eficiente cuando se posee o el monopolio de las armas, o una buena chequera. En Brasil, las fuerzas reaccionarias cuentan con ambas, en Venezuela, las mismas fuerzas solo cuentan –eso creemos- con la ultima de estas dos. Sin embargo, el tercer frente de esta batalla, el tercer reino si queremos recordar la epopeya de Cao Cao, Bolivia, es una autentica incógnita.

La violencia de las fuerzas reaccionarias en Bolivia en más radical que la semimediatica-semifanatica de los guarimberos venezolanos –de quienes sigo pensando lo que escribimos en el artículo anterior http://www.aporrea.org/oposicion/a233108.html- la toma de las minas, usando a los mismos mineros tal cual Hitler usò a los trabajadores o Franco a los campesinos, es algo que me aterra y hasta cierto punto, me hace comprender un poco más, lo profunda que puede ser la influencia de la doctrina o política del shock dentro de inclusos aquellos a quienes la misma afecta. A su vez, conocemos muy bien que el ejèrcito boliviano sigue sin ser penetrado por la política impulsada por Morales, y que su seno, sigue siendo servil y reaccionario.

Estamos, sin llamar a la conspiranoia o al falso revolucionismo que tanto daño nos hace, frente a la arremetida imperialista más violenta de la historia en contra de nuestro continente, la cual solo se puede comparar, con la reinvasión anglo ibérica tras los procesos emancipadores que se dieron desde las Provincias Unidad del Río de La Plata, hasta los 13 estados de la Unión Continental. 

Tuve la fortuna de ver –siendo apenas un niño de 11 años- como la doctrina del shock era rota por la población que debía en teoría, caer en el letargo aquel 11 de abril. Esos sucesos que marcaron mi vida –estuve en Miraflores 11 y 13 de abril-, vienen a mi con una mezcla de emociones. Si por un lado admiro profundamente lo que pasó aquellos días, también sé que las fuerzas de la reacción, no dejaran cabos sin atar como en aquella ocasión.

Lo peor que podemos hacer en estos momentos es caer en el letargo, en el odioso “Vamos a ver” o en el detestable “Si dios quiere” –El cual siempre reprocharé  por considerarlo blandengue y contrarrevolucionario-. Por el contrario me llena de vigor saber que al fin Maduro –o Padrino o Diosdado- toman cartas en este asunto e intentan romper el shock antes de que este se tienda sobre nosotros.


A la vez, no creamos que esta lucha es solo de Venezuela así como el golpe de estado en Brasil, es solo problema de Brasil, o que lo que ocurre en las minas bolivianas, es problema de la media luna y del resto del alto Perú. Ciertamente Cao Cao no vendrà a invadir nuestras tierras ni definiremos todo en la Batalla de los Acantilados Rojos en alianza con los demás amenazados. Empero, es necesario entender el trasfondo de aquellas terribles declaraciones de John Kerry, “Es momento de limpiar nuestro patio trasero”.