sábado, 31 de octubre de 2015

El Partido

Para hacer la revolución se necesita un partido revolucionario sin un partido construido conforme a la teoría marxista-leninista, es imposible conducir a la clase obrera y a las amplias masas populares a la victoria sobre el imperialismo y sus lacayos

Mao

No pretendo que éstas primeras líneas sirvan como introducción porque no pretendo que las opiniones que a continuación emitiré se conviertan en un libro, un ensayo, o al menos un artículo de referencia. Sin embargo, creo justo explicar a los lectores, que intento hacer al escribir un título tan amplio como El Partido. Obviamente no se trata de un evento deportivo, ni para pesar del machismo abrazador de Latinoamérica (patológicamente chismoso), es un “ensayo” sobre el sujeto de sexualidad alternativa en la esquina, al cual esos mismos machos, siempre han querido fornicar pero no han sido capaces de admitirlo. Lo que intento escribir, por culpa de la cita que han leído al principio, es un análisis divido en cinco (¿Por qué un Partido? - ¿Quiénes conformaran El Partido? - ¿Qué debe hacer El Partido? – ¿Cómo debe actuar El Partido según Los distintos momentos históricos? – El Partido en el poder) partes sobre lo que es, y lo que debe ser un partido revolucionario.

Empecemos por el principio, ¿Por qué un partido?

Un ejército  sin armas, es solo un cúmulo de facinerosos. Esa analogía podemos aplicarla perfectamente a los distintos GRUPOS SOCIALES cuando se encuentran desprovistos de un medio político mas no de un fin.  Si existe un grupo social que no esté representado de forma política (Ya sea en la democracia burguesa, en democracia participativa, en fascismo o en socialismo), no podemos llamarlo siquiera grupo social, pues el mismo, está desprovisto de todo medio de acción no-violento (anarquista), debemos catalogarlo como MASA.

 Las masas pueden moverse, pueden realizar grandes actos, pueden incluso sostener sistemas políticos, como el fascismo el cual requiere plenamente de las masas (El mismo Hitler llamaba “La Masa” al pueblo que le violentamente le vitoreaba en cuanto acto público se hacía en la Alemania Nazi). Las Masas pueden  incluso, tener actos admirables como el MAYO FRANCÉS impulsado desde la Sorbona por el genial  Jean Paul Sartre, o más cerca, el 27-F impulsado por Juan, María, Pedro y José. Pero si algo nos ha enseñado la historia, especialmente la relatada por las MASAS DE IZQUIERDA, es que las masas no hacen revolución.

Por consiguiente, si deseamos hacer una revolución, ya sea de izquierda o de derecha, es necesario un partido que se convierta en la lanza de soldado. La masa solo puede ser un grupo social si y solo si, se aglutina en torno a un ente que haga política. Si bien la afirmación primera en éste párrafo, puede parecer conformista y hasta acomodada, permítanme recordarle dos revoluciones muy distintas.

En 1917, en Rusia, en plena GRAN GUERRA, las masas apenas organizadas, más por desesperación que por ideales claros, fueron los únicos garantes de que el golpe parlamentario que se inició en Petrogado (Hoy San Petersburgo), la única ciudad industrializada en la Rusia de los Zares se extendiera hasta Moscú, lo que provocó que la DUMA (Ayuntamiento) se hiciera gracias a las improvisadas milicias obreras, de las redes telegráficas y de ferrocarriles, lo que aceleró dramáticamente el posterior abdicamiento del Zar Nicolás II y el triunfo ficticio del proletariado por sobre la burguesía. Sin embargo, y para demostrar mi punto sobre las masas y las revoluciones, las masas fueron traicionadas como lo fueron las francesas en 1798 cuando los burgueses se aprovecharon del caos, y tomaron para sí, lo que pudo haber sido una Utopía convirtiéndola en una Distopía de sangre y muerte que culminó en el advenimiento de Napoleón; y un noble, el príncipe Georgy Yevguénievich Lvov, presidió el gobierno provisional que presumía de ser LIBERAL. Si bien,  Aleksandr Kérenski a quien la historia le debe la absolución, tomó el control del gobierno provisional  y tornó hacia una democracia timorata, su gobierno fue incapaz de incorporar a las masas decepcionadas a la participación política activa, lo que originó un golpe de estado de derecha comandado por uno de esos eslavos de nombre impronunciable para un negrito como yo, Lavr Kornílov. Pero la gota que rompió la copa del señorito Kérenski, fue mantener a Rusia en una guerra imperialista. Es allí cuando reaparece la figura inmortal de Vladimir Ilich Ulianov y una tesis genial “El imperialismo es la etapa superior del capitalismo”.

Lenin, quien además de conocer cabalmente el trabajo de Marx (quien se negó siempre a la idea de un partido), también conocía la rigurosidad del trabajo de Louis Auguste Blanqui, quien fue el primero en entender la importancia de un partido revolucionario. Así pues, aquel calvito de barba puntiaguda, a su retorno del exilio (Pagado por el imperio Alemán), no solo impulsó a las masas descontentas contra el régimen de Kérenski, sino que también habló de la organización de éstas en torno al pensamiento socialista. Recordemos que al bajar del tren en que los alemanes le enviaron como arma secreta, denuncio el vauchinismo del gobierno provisional, las carencias a las que dicho estado sometía al proletariado y al pueblo en general, y el carácter de  burgues del mismo. Pero lo más importante en Lenin llegando Finlandia, es el carácter organizativo y unionista que lega en las masas de campesinos y obreros, en torno a un partido, el partido BOLCHEVIQUE. Lenin convierte a las masas rusas, en grupos sociales en pugna por el socialismo pues estas se unen de varias formas al partido BOLCHEVIQUE. Allí radica pues amigos míos, el genio del huésped del zapatero remendón. Lenin unifica a los descontentos, a los soldados, a los campesinos, a los obreros, al pueblo, en un único partido político, un partido que generará una ruptura epistemológica en el modo de hacer política; un partido que fomentará una revolución.

Ahora bien, sabemos que no solo hay revoluciones de izquierda. Por el contario, hemos aprendido a las malas, que las revoluciones y contra-revoluciones de derecha, han sido mucho más exitosas que las revoluciones de este lado de la acera.  El mejor ejemplo de esto, sea quizá la llamada REVOLUCIÓN CONSERVADORA de Ronald Reagan. En 1980, la gloria económica del liberalismo mercantilista  necesitaba un piso firme, pero para poder conseguirlo, necesitaba como ocurrió en 1917, contar con un presidente propio. Reagan llega a ser presidente porque el liberalismos necesitaba de alguien tan a la derecha de la derecha, que permitiera sin candado alguno, que los teóricos de la libertad de comercio, aplicara cuanta ley surgiera en las aulas de clases de la Universidad de Chicago o en las misma entrañas de la bestia; Wall Street. El único hombre que podía pensar eso, porque no podía pensar, era el antiguo actor.

El gran asunto con Reagan, es que por cuestiones incluso románticos, viró tanto a la derecha, que los Estados Unidos en los que vivía, le semejaban los mejores días en Sodoma. Así inicia la llamada “Revolución conservadora”. Al igual que el gordito astrologo, había una enorme cantidad de viejitos de clase media que pretendían ser perqueñoburgueses, y como todo buen ciudadano de clase media que pretende ser pequeñoburgués, éstas masas (recordemos por qué se les llama masas), no solo despreciaban a todo aquello que pretendía salirse del STATUS QUO, sino que necesitaban desesperadamente volver a una pseudo “EDAD DE ORO” más simple y más efectiva. Es la añoranza de los viejos tiempos. El espíritu conservador surge a causa de la desaparición de los valores éticos-morales que marcaron la vida de éstas masas. 


Ahora bien, sabemos que las clases medias son por naturaleza, reaccionarias, pero una masa de clase media conservadora, es capaz de intentar hacer una revolución de derecha ¡Y vaya que las masas de la clase media conservadora estadounidenses lo intentaron! De a poco, fueron conquistando espacios económicos y espacios políticos, se percataron de la importancia de su papel en el sistema capitalista, se hicieron con algunos peldaños en el muy cerrado sistema militar norteamericano, pero aun así, no pudieron impulsar su revolución conservadora.

El fracaso de la clase media norteamericana antes de Reagan, nos demuestra que incluso aquellas masas que tienen todo al alcance de las manos para lograr una revolución, no podrán hacerlo sin la guía de un partido. Y podemos afirmarlo porque justamente cuando el partido Demócrata (que está a la derecha de la derecha) adoptó a Reagan, el rostro de esa clase media conservadora, ésta masa se incorpora de forma activa a las actividades políticas de dicho partido y obtiene todo el poder que su propia condición reaccionaria les permitía. Recordemos que para las clases medias de derecha, los valores metafísicos priman por sobre los materiales. La moral burguesa no es sostenida por la burguesía, la moral burguesa es sostenida por las clases medias.

Es por eso que a diferencia de Lenin que procuró cambiar cada factor social-económico en su Unión de Repúblicas Socialistas, Reagan se conformó con intentar cambiar la moral de la sociedad liberal, lo cual logró muy exitosamente. Ese sueño de casa con jardín, perro y dos niños, de esposa oprimida en la casa y como esclavo sonriente, es la prueba más fehaciente del éxito de la revolución conservadora en el mundo. Estados Unidos ganó la guerra contra el mundo, impuso su modelo cultural en lugares tan lejanos como China o Sudáfrica, como en Venezuela o en la Rusia de Yeltsin (Satán tenga en la 7ma paila).

El Partido surge porque existe una necesidad, no puede haber revolución sin partido revolucionario, sin un partido enteramente revolucionario.

Es por ese único y enorme motivo, que las masas revolucionarias, para poder convertirse en grupos sociales revolucionarios, necesitan ampararse bajo un partido.

Fin primer capítulo
Fex López Álvarez.



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