Y de repente, cómo los remedios de Aureliano, empiezas a aparecer en todo lo que hago. Hay Milagros en la danza del sol y la luna. Milagrosa es la flor que vaga en el viento. Milagro en la silla y Milagro en la luz. Milagrosa ausencia de la mujer deseada. Milagro al sobrevir. Milagro verte, Milagro que me quieras. Milagro en los miedos de los los niños o el sapo que baila flamenco. Milagrosos nervios de tu sonrisa, Milagro tus gemidos. Milagrosos senos que me hacen pensar en callejones oscuros y en puñales afilados y en muchachas con mariposas tatuada. Así voy por la vida, sin remedio, haciendo pescaditos de oro, convencido de que eres un milagro.
Fex López Álvarez.

No hay comentarios:
Publicar un comentario